domingo, 14 de diciembre de 2008

Los caminos del exilio: historia de un militante cántabro.

LOS CAMINOS DEL EXILIO
Historia de vida de un militante cántabro
VALENTÍN ANDRÉS GÓMEZ

Artículo publicado el 2001 en el libro "Sesenta años después. El exilio republicano en Cantabria". Editado por el Centro Asociado de la UNED en Cantabria, Santander.

1. INTRODUCCIÓN

La vida de Antonio Ruiz-Hidalgo Fernández, es la de un militante de izquierdas. Nació el 20 de diciembre de 1911 en Santander. Con 19 años ingresó en las Juventudes Socialistas, de cuya dirección formó parte desde su incorporación. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931 que desencadenaron la llegada de la República. Durante el Bienio Negro fue detenido por editar un periódico clandestino, por lo cual fue desterrado de Santander, a donde regresó tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. Durante la Guerra Civil llegó a ser Capitán de la Compañía de Costa en el Palacio de la Magdalena y Secretario General de las Juventudes Socia­listas Unificadas (JSU). Formó parte del Frente Popular como represen­tante de la JSU y del Tribunal Popular. Caída Santander en manos de los subleva­dos, se desplazó a Valencia para seguir colaborando con su organiza­ción. Tras la definitiva derrota del bando republicano comenzó un largo exilio por Francia, República Dominicana, Cuba y por último México, donde aún hoy reside.

Lo que tenemos entre manos no es una biografía recreada a partir de las huellas escritas que dejó esta persona, sino su testimonio, o más propiamente, un documento oral creado a partir de la intervención del entrevistado y del entrevistador; en ello reside la riqueza y el riesgo. ¿Qué puede aportar este tipo de fuentes a la historia? Puede aportar la experiencia vital de las gentes que vivieron esos momentos y normalmente no dejan rastros documentales. Puede aportar los sentimientos y las motivaciones que impulsaron a una persona o a un grupo. Puede aportar la visión de los perdedores, de las minorías, de los marginados. Puede aportar la memoria colectiva, los mitos que organizan los recuerdos de una comunidad. Sin duda hay temáticas en las que, sin la utilización de estas fuentes, sería muy difícil profundizar. Por otro lado, las fuentes orales, al igual que cualquier otro tipo de fuentes, no son autosuficientes. Estas necesitan de las fuentes escritas para ser contrasta­das[1].

El documento oral precisa de un método de crítica para analizar la subjetividad. Ante lo cual no debemos rasgarnos las vestiduras, ya que una gran parte de los documentos que podemos encontrar en cualquier archivo también gozan de parecida subjetividad; ésta pertenece al poder o a las élites, que en función de sus intereses han conservado los documentos, o no. La subjetividad de los documentos orales es frágil ante la posibilidad de ser manipulada por la propia memoria del entrevistado, por las presiones de la historia oficial y por las interferencias que provoca el entrevistador.
Hay que tener en cuenta que la narración se estructura en función, por un lado, de la visión política, cultural y social que el entrevistado tenga de su propio pasado y, por otro, de los mitos y lugares comunes de la memoria, que la organizan cronológicamente. Estos lugares son recuerdos compartidos por la comunidad: acontecimientos, lugares o personas, que facilitan la evocación de su pasado individual.
La entrevista, en la que se basa el presente relato, se realizó el 24 de abril de 1995, durante una de sus visitas a su ciudad, Santander[2]. El recorrido que seguimos a través de sus recuerdos está lleno de personas con las que se fue encontrando a lo largo de su periplo vital, y, aunque algunas referencias pudieran parecer tangenciales al relato, hemos querido respetarlas. Antonio reside en México desde 1945 y desde que llegó la democracia ha viajado a Santander repetidas veces para reencontrarse con parte de su familia, antiguos amigos y compañeros de entonces. Su larga estancia en aquel país le ha dado un acento característico, así como unos giros propios de allá, que también hemos respetado. Cuan­do habla del «Partido» se refiere al PCE en el que Antonio ingresó después que, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, Alemania invadiera la URSS. Las palabras que figuran entre paréntesis han sido añadidas para facilitar la comprensión del relato.





Los estudios acerca de la República, la Guerra Civil y sus consecuencias son todavía escasos en Cantabria, quedando todavía mucho por hacer. Con un relato de vida como el presente pretendemos hacer una modesta aportación para cubrir esta escasez y poner de relieve el interés que tienen las fuentes orales para la reconstrucción de la historia reciente, ya que nos permite recoger la versión de aquéllos que no suelen dejar huella de su paso en los documentos escritos. La aportación más novedosa quizás sea que nos muestra los entresijos del exilio, sobre todo el paso por República Dominicana; cómo los exiliados de las JSU se organiza­ron en un medio rural en el que se implican a través de un trabajo social, que hoy denominaríamos desarrollo comunitario o animación sociocultural.


2. EL TESTIMONIO DE ANTONIO RUIZ-HIDALGO FERNÁNDEZ

PRIMEROS CONTACTOS CON LA POLÍTICA

«Me llamo Antonio Ruiz-Hidalgo Fernández. Nací en el año 11, el 20 de diciembre de 1911. Yo trabajaba con mi padre en la calle Rincón; mi padre era grabador, y yo empecé a aprender de grabador. En una parte había varias habitaciones. En una de ellas trabajaba como joyero Antonio Ramos, que fue diputado socialista en Santander, y que fue Secretario general de la UGT, de la Federación Obrera Montañesa. Trabajaba también un hermano, Santiago Ramos. Mi familia era una familia de Republicanos, empezando por mi abuelo. Yo empecé a ver la cosa política desde muchacho por discursos de Castelar, de Pi y Margall, discursos que tenía mi abuelo, viendo los folletos que tenía y las revistas que salían en aquel entonces.»

Antonio descubrió la política en los años veinte, en plena Dictadura de Primo de Rivera. La identificación de Alfonso XIII con la dictadura generó entre la población una gran desconfianza hacia la Monarquía. Los partidos republicanos y las agrupaciones obreras fueron ganando el apoyo popular. En enero de 1930 el general Berenguer sustituyó a Primo de Rivera para apuntalar la Monarquía. En agosto los grupos republicanos firmaron el pacto de San Sebastián para coordinar los esfuerzos de todos aquellos que proponían un cambio de régimen. El 12 de diciembre de 1930 se produjo un levantamiento militar en Jaca, que pretendía ser el comienzo de una sublevación para instaurar la República. La precipitación y falta de coordinación fueron las causas del fracaso.

«Entonces se planteó la huelga de Jaca, una huelga general, y que ya lo sabían los que estaban al mando aquí de los socia­lis­tas. Fue entonces cuando solicité el ingreso en las Juventudes Socialistas, pero ese ingreso no vino hasta febrero del año 1931, cuando levantaron las restricciones, el embargo que había sobre las casas del pueblo y las organizaciones obreras. En la primera asamblea de la Juventud Socialista ingresé, me eligieron para la directiva de tesorero, me elevaron a la dirección. Ahí puede decirse que estuve preparando permanentemente y creando la Federación de Juventudes Socialistas de la Provincia desde la organización de Santander. Después de esto, pues vino la República.

Cuando nos reuníamos con los jóvenes comunistas, para cual­quier cosa, no creáis que para cuestiones ideológicas: para pegar carteles, para repartir propaganda, para cualquier cosa nos reuníamos. Los jóvenes comunistas nos ponían el rollo. Primero la revolución China. Nos sacaban a relucir la revolución China, y nosotros no les hacíamos ni caso, a pesar de toda la importancia que tenía la revolución China. Y luego a meterse con nuestros dirigentes, que si fulano, que si Prieto, que si éste, que si el otro. El caso es que muchas de las cosas que nos plan­teaban tenían razón, pero nosotros pensábamos que: -«A nues­tros dirigentes los criticamos nosotros. Así que no vengáis a joder­nos.»

El centro de trabajo político socialista era en la Callealtera, donde los Sota. La madre de ellos, la señora Elvira, que era una de las maestras de la Tabaca­lera, era dirigente del sindicato de la CNT de mujeres de la Tabacale­ra. Ellos, los hijos, estaban más vinculados con los Socialistas. La mamá, la señora Elvira seguramente no era anar­quista, sino que estaba con ellos porque el sindicato era el sindicato que estaba allí. Había un grupo de maestras, que eran las que registra­ban a las demás obreras cuando éstas salían del trabajo. Se registraba a todas en la tabacalera. Los obreros no podían sacar más que sus cigarreras llenas de tabaco; también se les registraba. También, luego, se registraban entre ellas, entre las maestras, para que no se llevasen el tabaco. Había una norma.

Hace poco ha muerto aquí un amigo, dirigente de las Juventu­des Libertarias, Genaro de la Colina. Entonces la CNT estaba en la cuesta del 1º de Mayo que decíamos, que ahora se llama Alcázar de Toledo, en el lugar que estuvo el Partido (Comunista), en la casa de antes, allí estaba la CNT. En el Primero de mayo estuvieron juntos los de la UGT y los de la CNT en aquel local, luego se separaron y tuvieron un enfrentamiento ya. La Casa del Pueblo estaba primero en Garmendia, cerca de la Cárcel, y luego cambió a Magallanes.»


LLEGÓ LA REPÚBLICA

El gobierno de Berenguer debía ser el puente para el retorno a las prácticas constitucionales anteriores a la Dictadura. El fracaso en este cometido llevó a la Monarquía a convocar elecciones. Se empezó por las municipales por tener menor contenido político, sin embargo, todo el mundo era consciente que aquellas elecciones se habían convertido en un referéndum sobre la Monarquía.

«Las elecciones del 1931, eran unas elecciones municipales. Ellos se pensaban que lo tenían todo manejado, y se encontraron con la sorpresa. Creo que también los dirigentes republicanos, que no esperaban una afluencia tan grande de gente y tal descon­tento contra la Monarquía. A ello contribuyó en gran parte la entrega del poder de Alfonso XIII a Primo de Rivera, en la dictadu­ra de Primo de Rivera, por lo menos eso creo yo.

(Los días previos a las elecciones), aquí en Santander, se desarrollaron bastante bien. Entonces había un partido que era el más importante, el Radical. Era el partido de Lerroux, que era un muchacho joven, abogado, y que en la Guerra estuvo totalmente apartado del Frente Popular. Los Radicales ya no jugaron ningún papel en la guerra contra el Franquismo. En los mítines no hubo incidentes porque las derechas pensaban que iban a ganar, y las derechas sólo empiezan a ser agresivas con la aparición de la Falange y los tradiciona­listas, ya en combate; pero entonces no hubo problemas. No se puede decir que hubiera incidentes; los incidentes se producen en toda la situación nacional, pero tampoco hay incidentes graves.

Los mítines aquí se hacían en el Alcázar. Era un centro que se convertía en baile y que se celebraban allí peleas de gallos. Estaba a un lado de Numancia en un callejón. Era un lugar mayor que los cines, pero para estar de pie. Los partidos Republicanos eran muy pequeños. Lo más organizado era el Partido Socialista, pero sobre todo la UGT, la Federación Obrera Montañesa. Las organizaciones no estaban muy desarrolla­das. Yo te voy a decir que cuando ingresé en la Juventud Socialista creo que éramos como 50. La Juventud Comunista entonces no existía. No había organiza­ción. Aparecen después organizaciones: que si Izquierda Republicana[4], que si Acción Republicana, que si el partido de Marcelino Domingo, también, que se dividió del Radical, y se fue por la posición de Lerroux con el estraperlo. Es más, entonces la Federación Obrera Montañesa celebraba el 1º de mayo en el Real Cinema, con una función de Cine o de Teatro, una cosa de ésas. Y luego hacíamos una manifestación, y un grupo de esa manifestación, la gente más activa, nos íbamos a los Pinares del Sardinero a comer. ¿Qué seríamos 100 ó 150 personas?, no más. Luego sí empezó a crecer: las organizaciones, la Juventud, ya teníamos un grupo infantil socialista que dirigía Eulalio Ferrer, había grupo femenino: en conjunto la juventud socialista ya tenía 300 o 400 gentes.

Yo participé en las elecciones; ya estaba en las Juventudes Socialis­tas. Me tocó ir al Hospital de San Rafael, que se abrió una casi­lla allí. En aquel entonces se mandaban los boletos de los parti­dos a las casas o se repartían afuera de las casillas. Tú tenías los boletos de tu partido. Se hizo la Coalición Republica­na-Socialis­ta[5], que en eso Prieto tuvo una gran visión. Y se celebraron las elecciones, y como siempre en Santander ganaron las derechas, salvo en los compro­mi­sarios para la Constitución. El problema es el siguiente: se ganó en todas las ciudades más importantes de España, en Cataluña arrasaron. En ciudades menos importantes también se ganó. Eso fue el 12 de abril y el 14 se proclamó la República, porque el pueblo estaba en la calle en todas las grandes ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, todo eso... en Santander también salimos a la calle a hacer mani­fes­taciones. El Rey, en lugar de quedarse y hacer frente a la situación, huyó.»

El 28 de junio de 1931 se ce­lebraron las primeras elec­ciones para formar unas Cor­tes Constitu­yentes. En la entonces pro­vincia de Santander ganó la candidatura Republicano-socialista con 5 diputados: Bruno Alonso (Socialista), Ramón Ruiz Rebollo (Federal), Gregorio Villarías (Radical-socialista), Eduardo Pérez Iglesias (Federal) y Manuel Ruiz de Villa (Radical-socialista). Los otros dos diputados correspondieron a la candidatura Regional Independiente (agrarios): Lauro Fernández y Pedro Saínz Rodríguez[6].

«Primero se celebró la elección de los compromisarios para elaborar la constitución, es cuando salieron aquí 5 diputados de izquierdas. No sé si fue un Socialista, Bruno Alonso, y los demás Republicanos. Entonces estaban las derechas asusta­das. Después no volvimos a ganar más que las minorías: un Socialista y un Republicano, o dos Socia­lis­tas. Ramos y Bruno, o Bruno y Ruiz Rebollo.»


EL BIENIO NEGRO

En las elecciones del 19 de noviembre de 1933, la CEDA se convirtió en el partido minoritario con mayor número de escaños, beneficiandose de la ley electoral que primaba la formación de mayorías. Si a la CEDA se le sumase los escaños del resto de los partidos de derechas, aún así, no constituía la mitad de la cámara. Para poder influir en el gobierno precisó apoyar al partido Radical de Lerroux, segundo partido más votado. Hay que buscar las claves, de los resultados en la agrupación bajo la CEDA de la mayor parte de los partidos de derechas, en la división de las izquierdas y en la abstención en estas elecciones de los anarco-sindicalistas. En las palabras de Antonio podemos entrever los sentimientos que la derrota electoral provocó.

«Las elecciones de 1933 las perdimos; digo las perdimos porque las derechas las ganaron con mucho; podían haber sacado hasta las minorías. Entonces es cuando se crearon las condicio­nes de enfrentamiento, inclusive entre las fuerzas repu­bli­canas. Por ejemplo, el partido Radical[7] se va haciendo más de derechas. Aparece el partido de Azaña. El Partido Liberal no lograr ser un partido nacional muy fuerte a pesar de ser el partido republicano más avanzado, que era el partido de Pi y Margall. Ahí es donde se pierden las elecciones (por la división). Ganan las derechas en casi todas las provincias. En Cataluña creo que no. En Cataluña había un partido muy fuerte, el de Maciá y Compayns, que era lo que ahora es Esquerra Republicana de Catalunya; que entonces estaba vincula­do con la República y con el estatuto. En ese momento es cuando viene el levantamiento de 1934, el levanta­miento de Asturias.

Vino el Bienio Negro, y a mi me pasó una cosa; vivía en los Chalés de la Tierruca, y muchas veces usaba sombrero. Se me ocurrió ir a pasear a la Alameda Primera con unos amigos, y ahí nos pusieron con las manos en alto y hubo un guardia que me pegó. Por nada, no sé por qué, se le ocurrió. Cuando me ponía el sombrero ya no me molestaba nadie. Ni me cacheaban ni me ponían las manos en alto. Te cambiaban de categoría social por llevar el sombrero.

Tirábamos un periódico clandes­tino que se llamaba "La Antorcha". Por ese periódico clandestino nos detuvieron. Fue un día de San Juan y ya había habido mucho tumulto porque los jóvenes comunistas habían puesto cartelones en los cables de los tranvías, y andaban los guardias de asalto muy liados por ahí. Éramos unos 18 reunidos en la Alameda Primera, porque estaba la verbena. Nos detuvieron a siete con un paquete de periódicos que se iba a mandar a (la) Provincia. Nos llevaron al cuartel. Después de eso nos condena­ron a dos. El compañero mío fue Luis Palazuelos.

Nos detuvieron los guardias de asalto, entre los cuales el teniente era Polidura. Nos llevó a donde el comandante Puig. Dice: -«Dales una buena a éstos.» Llegamos para allá y nos metieron a palos. A los siete nos metieron a palos. Luego yo se lo he recordado a Puig, porque Puig ha estado refugiado en México y hemos tenido mucha relación en el Centro Republicano. Esos eran Republicanos, claro que él había leído el periódico en donde decíamos que llevaba prostitutas al gobernador y una serie de cosas. Decía: -«La que me liasteis es buena». Puig demostró que era un hombre republica­no manejando a los guardias de Asalto y marchó a la emigración porque si no se lo cargan, lo matan. Pero los procedimientos policiales... además, aquí nos conocíamos todos. Santander era menos de la mitad de lo que es hoy. A Polidura, ¡cómo no íbamos a conocer a Polidura! y él nos conocía a nosotros, aunque no fuera más que de vista. Desde ese punto de vista, hubo bastantes cosas en la Provincia.

A nosotros, primero nos llevaron a la cárcel que estaba arriba de la calle Garmendia, en la cuesta Garmendia[8]. Allí estaba la cárcel, y luego (después de la Revolución de octubre) nos pasaron al barco Alfonso Pérez con todos los demás presos.»


LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934

El 1º de octubre de 1934, la CEDA provocó una crisis al retirar su apoyo al Gobierno de Lerroux. Esta situación se solventó con la constitu­ción de un nuevo ejecutivo en el cual se integraron tres ministros de la Coalición dere­chista. La Revolución de Octubre estuvo dirigida a impedir que la CEDA participara en el Gobierno; una participación que parecía, tanto a los liberales de clase media como a la izquierda revolucionaria, una fórmula equivalente a la implan­tación del fascismo en España[9].

«Hubo una huelga que duró no sé si fueron 6 días ó 7, una huelga general que se mantuvo. La respetaron la CNT y la UGT. Estuvimos en la calle, se formaron grupos, se consiguieron pistolas, pero de éso no hubo nada. No sé si fue en 1933 cuando lo de Pedro Vergara, que disparó unos tiros y lo siguieron[10]. Era un dirigente metalúrgico, en aquella época, con Bruno Alonso. Des­pués en la guerra lo fusilaron. Pero hubo un paro general; los socialistas pueden hacer una huelga, pero no saben organizar una revolución, un levantamiento. Se creyó que con llevar a la muerte a los mineros asturianos se iba a conseguir todo, y lo único que se consiguió es que los aplasta­sen. Sucedie­ron dos hechos anteriormen­te: primero una huelga ferrovia­ria que aplastó Prieto. La dirigía Trifón Gómez, que era un diputa­do socialista, dirigente de los ferroviarios y que era de los de Prieto. Luego se hizo una huelga general campesina[11], que abarcó todo Castilla para abajo. Esas partes luego ya no respon­dieron a la huelga general. ¿Cómo los campesinos, que habían perdido la huelga, iban a hacer otra? ¿Para qué? Si las reivin­dicaciones que ellos ponían no habían sido apoyadas. El movimien­to de octubre se manifiesta en Asturias, y ahí le aplastan, aunque la huelga general se manifieste en toda España, pero sin ninguna manifestación guerrillera, ni de enfrenta­miento.

Con quien te enfrentabas era con los guardias de asalto. Los guardias de asalto eran gente tuya, pero que daba leña porque defendían el puesto. Para ser de asalto tenían que llegar con una certificación diciendo que eran de izquierdas, que pertenecían al Partido Socialista, o a las Juventudes Socialis­tas, o a Izquierda Republicana, o a tal para que les aceptasen en los guardias de asalto[12].

De los Corrales de Buelna trajeron muchos obreros sospecho­sos. Inclusive utilizaron, en 1934, los mismos barcos que después utilizamos con los de derechas en la guerra. Vinieron de Reocín. Vinieron de Barruelo, aquí los trajeron. En vez de llevarlos a Palencia, los traían a Santander.

Nos desterraron. Entonces nos fuimos los dos a Bilbao (Luis Palazuelos y yo). Allá en Bilbao no podíamos hacer actividades políticas y nos metimos en el Círculo Femenino Socialista. Con un pariente con el que yo trabajaba, Genaro Muñoz, se organizó la ida de huérfanos de Asturias a Bilbao, que se llevaron creo que 200 niños a Bilbao, después de la Revolución de Asturias. Estando nosotros allí se produjo el triunfo del Frente Popular y nos volvimos los dos.»


VINO LA GUERRA

En las elecciones del 16 de febrero de 1936, el Frente Popular obtuvo 257 diputados frente a los 57 de centro y los 139 de la derecha. El resultado en Santander no respondió a la tendencia general: las derechas vencieron por cinco diputados a dos, que contabilizó el Frente Popular. En estas elecciones el electorado se había radicalizado, prueba de ello es la disminución de votos que recibió el centro y el aumento tanto de la izquierda como de la derecha. Desde el mismo día de las elecciones los militares estaban considerando la posibilidad de un golpe militar. El 18 de julio fue el día elegido. El golpe fracasó, las ciudades más importantes, salvo Sevilla, permanecie­ron fieles a la República. Los sublevados, sin embargo, controlaban una gran parte del territorio. «En la última semana del mes de julio, España entera estaba ya dentro del trágico engranaje de la guerra civil.»[13]

«Vino la guerra. Yo me fui al frente el primer día, pero recibí instrucciones del Partido Socialista para que volviese, porque al compañero que estaba atento de la Juventud en el Frente Popular se le había agarrado de una manera muy activa con una enfermera, y lo sacaron. Y me hicieron venir a mí. Yo conté con los jóvenes comunistas, les dije: -«Bueno, esto hay.» Estuvieron de acuerdo y vine.

Yo pasé a ser Capitán de la Compañía de Costa que estaba en el Palacio de la Magdalena, y Secretario general de las Juven­tu­des Socialistas Unificadas (JSU). Estaba en el Frente Popular, estaba en el Tribunal Popular, en todo. Todavía conservo el carné de concejal del Ayuntamiento. Éso lo conservo en México.»

En de agosto de 1936, el Gobierno de la República decidió crear los Tribunales Populares, encargados de juzgar los delitos de rebelión y sedición. Su creación tuvo como fin evitar las ejecuciones extraju­di­ciales que se estaban cometiendo en la retaguardia por elementos exaltados. Cada tribunal estaba presidido por un magistrado, asistido por dos jueces y contaba con un jurado de 14 miembros elegidos por el Frente Popular.

«En el Tribunal Popular ocurría una cosa muy curiosa, éramos siete representantes, uno de cada organización del Frente Popular: del partido Republicano, del partido Socialista, UGT, tal y cual. Tu podías denunciar a alguno y lo metían en la cárcel, o le mandaban al barco prisión[14]. O sea, un individuo podía denunciar, que se tomaba acta inmediatamente. Pero se daba el caso que para sacar a una persona se necesitaba la opinión unánime de los siete. Y ahí sí que era un problema: el que entraba no salía. El que entraba no salía porque alguno tenía algo en contra suya. En cuanto a condenas, en realidad, ese tribunal no condenó más que a unos cabos del ejército que se pasaron al enemigo, y que se les condenó a muerte. Pero si no los teníamos, ¿para qué les condenamos? Dos cabos chusqueros que se llamaban entonces, que eran los que entraban en ejército y se preparaban para ser números de la Guardia Civil. Porque para entrar en la Guardia Civil tenían la obligación de haber sido del ejército, por lo menos cabo. Que fue lo que se juzgó. Los tribunales, en la práctica, no funcionaban como tribunales. Yo no di ningún nombre. En el barrio donde yo vivía, había gente de derechas. Pero yo consideraba que si matabas a toda la gente de derechas no quedaba ni la mitad de España. El triunfo del Frente Popular no fue tan boyante, fue un triunfo pero tuvo muy poca diferencia en relación con los otros.»

Si hay un suceso que quedó grabado en la memoria de todos aquellos que vivieron la guerra fue el bombardeo de Santander y la posterior ejecución de derechistas encarcelados en el barco-prisión Alfonso Pérez. Sin embargo, es curioso observar como, oyendo testimonios de personas de diferentes tendencias, parece que se refirieren a sucesos que no están directamente relacionados. El domingo 27 de diciembre de 1936 se produjo un bombardeo aéreo de las fuerzas sublevadas sobre Santander, en él perecieron 65 personas. «A renglón seguido la multitud se dirigió al buque prisión, anclado en la bahía, clamando venganza, la venganza que llenó de luto a centenar y medio de familia­res de derechas»[15].

«Hubo un problema con los del barco-prisión, que fue el siguiente: Hubo un bombardeo en Santander, un bombardeo que agarró San Fernando y se cruzó para allá, para la Albericia o por allí. En San Fernando había unas canteras muy altas; ahí había refugios. Hubo varios muertos. Se fueron al barco y empezaron a tirar bombas, y hubo un montón de muertos ente los presos. Y ya no hubo más bombardeos. Un poco brutal, pero efectivo, esa es la verdad. Eso fue el caso. No sé lo que pasó con los del Barco al caer Santan­der, les sacarían ellos (los sublevados).»


CON LA UNIFICACIÓN DE LAS JUVENTUDES A CUESTAS
La unificación de las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunis­tas se inició el 1º de abril, tras la victoria electoral del Frente popular el 16 de febrero de 1936. En el breve período de tiempo que separó el triunfo electoral de la sublevación militar, se produce la fusión. La vida, de las recién nacidas, Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) estuvo estrechamente vinculadas a los avatares políticos de la guerra.


«Estuvo por aquí en aquel entonces, que venía a la unifica­ción, Federico Melchor y otro compañero de la ejecutiva de la Juventud Socialista. Pero como se produjo el levantamiento se marcharon. Luego hicimos aquí, en plena guerra, la unificación de las Juventudes Socialistas y Comunistas. Cuando se unificaron de las Juventudes Socialistas y Comu­nis­tas, las Juventudes socialistas las dirigía Santiago Carrillo, con Cazorla, con Federico Melchor, con Alfredo Cabello, que eran socialistas. Pero al producirse la defensa de Madrid, todo ese grupo se convirtió en comunista, se hizo comunista. Entonces, en la conferencia de Valencia a principios del año 1937, cuando se hace la unificación nacional, resulta que nos empaquetan una candidatura que votamos todos pensando que Carrillo seguía siendo socialista y que el otro seguía siendo socialista. Vamos, si ponían a Medrano, que era el representante de los comunis­tas, por secretario de organiza­ción, pues no nos importaba. Un día me encuentro con un camarada comunista y me dice: -«No, si todos son comunistas.» Ahí ya empezó a crearse dentro de la propia JSU, lo que podía ser... lo que ocurrió, el rompimiento. A mí me sentó, como es natural, muy mal; seguía siendo socialista. Pero le dije a Rafael Fernández, dirigente de la Juventud de Asturias, que era el yerno de Belarmino Tomás: -«Tenemos que esperar a que se termine la guerra, no podemos intentar ahora romper la unidad de la JSU.» Porque hubiese sido una cosa tremenda. La JSU, para paliar esa situación interna, metió en la ejecutiva de la JSU a dos socialistas: a Martín Cantal, que era granadino, y a un tal Rodríguez de Alicante. Pero esos dimitieron porque no les gustaba la política comunista que se hacía en la JSU, esa era la verdad. No sé lo que reconocerá Santiago Carrillo. Yo sé que eso no es culpa de Santiago Carrillo, porque eso era culpa del Partido. El copar las organizaciones siempre. Se metían en el Ateneo Popular, a copar. Entraban en el Socorro Rojo, a copar. Era una cosa de tipo sectario.

Antes de perderse Santander, nosotros nos habíamos quedado allá en la zona aquélla[16], en Valencia, y habíamos ido hasta Burdeos, Federico Batán y yo, para pasar en los barcos de los vascos por Biarrizt, pero no lo conseguimos. Luego, el gobierno de Asturias trajo un barco inglés con cargamento, que dirigía este amigo (Rafael Fernández) como miembro del gobierno de Asturias, y vinimos dando la vuelta a toda España hasta Gijón.

Vino al Norte un grupo de compañeros de la ejecutiva, entre los cuales estaba Medrano. Se reunieron con la dirección de la Juventud en Bilbao, estaban fumando, tenían allí el casquillo de un proyectil, y se les ocurrió tirar en él la ceniza y explotó. Murieron varios entre ellos Medrano. Quedaron varios heridos, entre ellos Felipe, un compañero que perdió un ojo.

Se perdió la guerra y logramos salir de aquí en unos barcos que tenía la CNT. Porque se daba un caso muy curioso, aunque la política de Santander estaba en manos del Partido Socialista, empezando por el Gobernador, Juan Ruiz de Olazarán, por el comisario de Guerra que era Somarriba... sin embargo, los únicos que tuvieron la previsión de tener barcos para salir de aquí fueron los de la CNT, y por eso nos salvamos nosotros. A pesar de eso quedaron aquí muchos compañeros socialistas, algunos como Antonio Vayas que era uno de los dirigentes, que fue ahorcado. Quedó aquí también la viuda de Malumbres[17], Matilde Zapata. También ahorca­ron a Roberto Álvarez el abogado, que era el jefe del Tribunal Popular.

Al perderse la guerra, como es natural, fuimos hasta Valencia donde estaba la ejecutiva de la JSU, a dar cuenta de lo que había pasado aquí. Yo me quedé a trabajar en la ejecutiva de la Juventud, en organización con Segis Álvarez, un viejo comunista. Entonces se celebró una reunión del Comité Nacional, y en esa reunión me nombraron a mí de la ejecutiva, y fui con Santiago Carrillo desde Madrid a Barcelona para hablar con Lamoneda, que era secretario general del Partido Socialista, sobre el problema de la Juventud. Hablamos con él, pero en principio no pudimos enten­der­nos mucho, pero vino la retirada y volvimos a hablar con él en Francia.»


COMIENZA EL EXILIO: FRANCIA

Tras la caída de Cataluña, aproximadamente medio millón de españoles cruzaron la frontera francesa. Fueron confinados en campos de concen­tración improvisados en las cercanas playas de Argelès y St. Cyprien. El trato recibido por los refugiados no fue bueno; tampoco fueron buenas las condiciones de vida. Una cantidad considerable de españoles permaneció en Francia indocumentados, esquivando a la policía para evitar que fuesen recluídos en uno de estos campos. El fin de la Guerra Civil supuso, a su vez, el fin del Frente Popular. El Partido Socialis­ta volvió a crear las Juventudes Socialistas desentendiéndose de la JSU, que quedó bajo el control del PCE. En el seno del PSOE, si algo era más fuerte que el enfrenta­miento entre Negrín y Prieto, eso era la animadver­sión hacia los comunistas y por extensión hacia la JSU. En este ambiente se celebró la reunión de la Internacional Juvenil Socialista

«Estando en Francia se celebró una reunión de la Interna­cio­nal Juvenil Socialista, en la cual Alfredo Cabello formaba parte del buró político en representación de la JSU. Al Comité Nacional nos correspondía enviar a seis compañeros, y a ese congreso fuimos... reunión, no fue congreso porque había pocos represen­tantes. De ahí nos expulsaron. A una delegación de los jóvenes socialistas les dieron la represen­tación dentro de la Internacio­nal Juvenil Socialista. Los únicos que defendieron a la JSU fueron los jóvenes suizos, que eran jóvenes, los demás no eran jóvenes. Inclusive nosotros teníamos cierta edad. Pero aquéllos eran muchachos.

El caso es que, al celebrarse la reunión, me habían nombrado de la ejecutiva: Fuimos allá y nos echaron. Tuvimos que salir corriendo porque nos denunciaron los de la Internacional a la policía como comunistas. Estábamos sin documentación en Francia, en París. En el momento en que nosotros somos expulsa­dos, en ese momento ya nos convertimos en enemigos (para los la Interna­cio­nal). Nos conside­ran enemigos. Pero gracias a que Alfredo Cabello se enteró de lo que pasaba, no los comunicó y salimos corriendo en los automóvi­les con los que habíamos ido, salimos para París. Luego se declaró la Guerra Mundial y se empezó a sacar gente de París y a mí me mandaron con Clemente Ruiz, un compañero de la Juventud de Navarra, a la vendimia. Estando trabajando en la vendimia recibimos la noticia de que nos presentásemos en Saint Nazaire[18] para viajar a América.»

El aislamiento que sufrieron los comunistas españoles se potenció tras el Pacto Germano-Soviético. Mientras que el resto de los partidos republicanos habían depositado la esperanza en que la victoria de los aliados restauraría la República, la dependencia ideológica que les unía a la Unión Soviética llevó a los comunistas a justificar la Guerra Mundial como un conflicto imperialista, en el cual debían mantenerse neutrales, posición que cambiaron tras la invasión alemana de la Unión Soviética, pasando a ser el grupo más activo en la lucha contra Alemania. Ocho departamentos del sur de Francia fueron liberados por los maquisards españoles.

«Al principio de la Guerra (Mundial) todo el mundo estaba contra los comunistas. Porque nosotros decíamos que era una guerra imperialista: -«pues que se jodan». Y los antifascistas decían: -«Y cuando se hizo el pacto Germano-Soviético...» Se armó buena. Y la gente del Partido estaba en las cárceles (españolas) aislada de todos los demás: republicanos, socialistas o anarquistas.»

A PEDRO SÁNCHEZ, REPÚBLICA DOMINICANA[19]

«Llegamos el 7 de noviembre (en junio de 1940 había caído París) a Santo Domingo. Que no se llamaba Santo Domingo, se llamaba Ciudad Trujillo. Llegamos allí y nos encontramos a Serrano Poncela, que había salido huyendo desde Barcelona a la Frontera, y a Vela Zanetti. Éramos un grupo como de doce o catorce, entre los comunistas y yo. Estuvimos allí con la intención de cambiar. La JARE (Junta de Asistencia de Refugiados Españoles), a los primeros que llegamos, nos dio 10 ó 12 dólares. Cogimos el dinero y mandamos dos o tres personas para la Habana. Como no pudimos vivir allá (en Ciudad Trujillo) nos fuimos al campo, a Pedro Sánchez. En Pedro Sánchez recibíamos 6 dólares al mes para mantenernos.

En Pedro Sánchez tuvimos que hacer frente a la mentalidad de un dirigente comunista, que había sido jefe en el ejército. Quería que hiciésemos koljoses allá en Santo Domingo. Le dijimos que no, que nosotros estábamos allí para volver a España. En la inmigración todos estábamos con la maleta debajo de la cama. -«Sí, sí, ya, ya, que esto se arregla, derrotados los nazis allá vamos para España.» Entonces se hicieron círculos de estudio, se prepararon cosas para venir, que si cosas de sabotaje... José María Jerez, estuvo en España en la dirección del Partido, no sé con que grupo. Le trajeron de Cuba. Vino también Carnero, que estuvo dirigiendo Mundo Obrero o algo así. Luego se volvieron, se conoce que les sacaron de la dirección. El caso es que vino gente a España. De allí por ejemplo salió un hombre como Pedro Valverde, que era catalán, que le asesinaron en Cataluña con el franquismo.

Allí se tiraron dos periódicos, uno "La República", y otro "Juventud de España", que pertenecía a la JSU. Juventud de España se vendía bien y había muchas suscripciones porque no nos metíamos en el problema interno de Santo Domingo. Pero al plantear la cosa anti-nazi, y antifascista, en realidad estábamos planteando el problema de la dictadura de Trujillo, porque aunque era aliado, era fascista. Era un dictador criminal. Establecimos relaciones con la gente de la Juventud Comunista de allá, y el Partido las estableci­ó con el Partido Comunista Dominicano.

Se hizo en Santo Domingo un trabajo muy bonito desde el punto de vista social. En Pedro Sánchez teníamos cuadro escénico, teníamos equipo de fútbol, teníamos biblioteca, escuela de analfabetos para los campesinos. Los maestros de esa escuela todavía viven los dos, Eduardo Bárzana y José Farreras, que era de la Juventud catalana. Ayudaron a bastantes muchachos jóve­nes. Zoila Ambou dirigía la escuela de niños. Había teatro, echaban "Yerma" de Lorca, se iba a la Romana y a tal sitio a hacer teatro. La Romana era una ciudad de la República Dominicana, lejos de Santo Domingo.

Cuando hicimos la revista de españoles en Pedro Sánchez subió un camarada de la JSU para hacer fotografías, de las casas donde vivíamos, de los Clubs, de la gente del club de Fútbol, de la biblioteca, de la escuela de niños. Se hacía todo ese trabajo, entonces se sacaron fotogra­fías; bajamos José María Jerez y yo a Ciudad Trujillo. Y ahí nos empezaron a buscar por todos los bares. Trujillo pensaba que íbamos a hacer alguna cosa contra él o contra el régimen. Nosotros simplemente, cuando hicimos el bosquejo de la revista, empezamos por ir a ver al Nuncio de la Iglesia Católica, a pedirle dinero para... y luego fuimos al Partido trujillista a pedir dinero. Entonces toda la persecución desapareció porque ya sabían lo que queríamos. Se hizo esa revista. Algunos en México la tienen, yo no la conseguí salvar porque se quedó en Cuba. Cuando yo me fui se quedaron en Cuba todos mis libros, las revistas, y la colección de "Juventud de España". Pero tuvimos al Régimen durante una semana preocupa­dí­simos. Después a mí me mandaron a La Habana.

Es curioso el problema que había en Pedro Sánchez. En la práctica era la Juventud la que mandaba, no el Partido. Ha llegado el caso siguiente: tuvimos una reunión en Santo Domingo con el Secretario de gobernación de Trujillo, a la que íbamos gente de la JSU, y gente del Partido. Habíamos creado un centro republicano y un club juvenil, entonces nos llamaron. Fuimos allá. El secretario del Partido era un camarada del Comité Central, Cepeda, y fueron con él Berdala y Ramón... no me acuerdo el apellido. Llegamos y el problema que nos planteaba era que quería los nombres de los socios dominicanos. El Secretario del Partido, Cepeda, había leído al secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos, que ya no había contradic­ción, que en el futuro de la Guerra, la Unión Soviética con los países democráticos se iban a llevar muy bien. Y resulta que quería darles la lista. Tuvimos que enfren­tarnos, los dos que le acompañaban a él y nosotros. Y no dimos la lista, porque les hubiesen fusilado.

Fijaos bien en un detalle: como tenían tanta importancia los periódicos nuestros, en el Congreso de los Diputados tomaron la decisión que esos periódicos, todos, tenían que estar dirigidos por los dominica­nos. Nosotros nombramos a un compañero de la Juventud Comunista de la República Dominicana. Le llamó la policía y le dijeron: -«Todos los artículos tienen que venir por aquí, y si no ya sabes lo que te va a pasar.» Nos los planteó: -«Me va la vida en ésto.» Tuvimos que suspender el periódico.»


POLÍTICA DE JARE EN SANTO DOMINGO

Las luchas en el seno del PSOE por el control de las riendas del antifranquismo llevaron a la aparición de dos organismos de asistencia a los refugiados españoles. Negrín como presidente del gobierno había creado el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE) el 1 de abril de 1939. La creación de la Junta de Asistencia a los Republicanos Españoles (JARE), unos meses después, fue impulsada por Prieto para desalojar a Negrín del poder que aún conservaba. JARE se convirtió «en el principal instrumento de la influencia de Prieto sobre los exiliados españoles.»

«La JARE utilizó una política la mar de especial; ayudaba para que permanecieran en la capital los elementos políticos que le convenía, pero a los demás les obligaba a ir al campo para recibir el subsidio, que como decía antes era de 10 dólares. Para Trujillo era un negocio acoger a los exiliados republicanos. La JARE a los primeros que llegamos nos dio 10 ó 12 dólares, pero eso no le convino a Trujillo. Decidió que a los siguientes que viniesen había que darles utensilios, o sea, que sobre todo, había que darles camas, y colchones, y cosas para guisar. Nombraron de controla­dor de ese trabajo a un militar, que estaba casado con la hija de un coronel que era vasco. Entonces en vez de darles el dinero a los refugiados, lo que hacían era darles los trastos, y se quedaban con parte del dinero.

A nosotros se nos planteó un problema la mar de especial. Logramos establecer relaciones con Aliaga, que era dirigente de la Juventudes Libertarias, muy preeminente entonces. Ese estaba en la capital recibiendo el subsidio porque era de la CNT, y por lo tanto Prieto los ayudaba. Establecimos relaciones con ellos y surgió un manifiesto de la JSU y de las Juventudes Libertarias. Entonces, como firmaron ese documento les quitaron el subsidio. Éramos los responsables de que les hubiesen quitado el subsidio, tuvimos que pagarles el subsidio nosotros con el dinero que sacábamos con el periódico. Lo aceptamos voluntaria­mente porque sabíamos lo que había pasado. Les habíamos llevado a una situación de hambre por firmar el manifiesto de la unidad de la Juventud contra Franco. ¿Cómo le iba interesar a Prieto si tenía aislados a los comunistas, y cuando tiene aislados a los comunistas tiene aislados a la JSU? Entonces ¿cómo le iba a interesar que gentes libertarias establezcan una relación y les saquen del aislamiento? No le interesaba. Aliaga terminó siendo del Partido. Al menos estuvo en puestos de dirección en Francia. Aquí no sé lo que ha pasado con él, creo que está en la cosa sindical.

Es más, yo estuve enfermo de paludismo. Me dijo el doctor: -«Necesita usted inyecciones de hígado.» Fui al JARE a buscar las inyecciones de hígado. Al frente del JARE estaba un diputado de Badajoz. Éramos conocidos, pues iba en el barco en que fui yo a Santo Domingo donde estuvimos hablando de la cosa política. Él era Caballerista, me hablaba de cómo los Caballeristas iban a adueñarse de la dirección del Partido a través de los centros regionales. Cuando llegué allí me dijo: -«Para ti no hay ni un centavo. Para ti no hay medicinas.» Hasta ese extremo llegaban, así utilizaban el dinero español. Sin embargo, crearon algunas industrias en relación con gente republicana, pero eso era la política de Prieto. En Santo Domingo estuvimos aislados.

Cuando el ataque a la Unión Soviética (22 de junio de 1941), estando en Pedro Sánchez, yo ya decido ingresar en el Partido. Solicité el ingreso a Larrañaga y a Sarda, que luego los mataron en España, también estuvieron por allí.

Hará como cuatro o cinco meses celebramos el 50 aniversario de la salida de los hombres que viajaron en una goleta de Santo Domingo a Veracruz. Los de entonces tenemos una vinculación especial porque estuvimos allí preparándonos para venir acá. No nos tocó, pero nos podía haber tocado.»


A CUBA

«Después me mandaron a Cuba, dentro ya del Partido Comunista, en el 1944. El 14 de abril yo llegué a la Habana, me metieron en la «Discordia» hasta que me sacaron. No es la cárcel, es un lugar de retención de emigrantes. Allí empecé a trabajar en mi oficio, porque lo primero que dijo el camarada encargado del Partido es que tenía que trabajar. El camarada que había estado a cargo de la Juventud había estado viviendo sin trabajar a fuerza de hacer que los jóvenes buscasen el dinero para él vivir, y para él trabajar. Era un hombre con defectos, pero un hombre con empuje. Él a pesar de toda la situación de Santo Domingo logró sacar “Juventud de España”.

Recuerdo en Cuba a Grimau, que estaba encargado de hablar con toda la gente que podía de los barcos que iban de España. Gente de derechas, de izquierdas, de lo que fuesen, punto. Y recogía sus opiniones sobre todos los problemas para ir luego estudiando y comparando. Él estuvo así muchos años hasta que vino aquí. Grimau en la Habana no trabajaba en la dirección del Partido, estaba Vega, estaba Manso, estaba Montiel, uno que fue diputado Socialista y que pasó al Partido, estaba Hurtado de dirigente, yo por ser de la Juventud estaba también en la dirección del Partido.

En la Habana estuve como un año y entonces volví a recibir instruccio­nes de venir a México. También me iba a hacer cargo de la Juventud porque Nieto pasaba a actuar en el Partido.»


EN MÉXICO: A LA DIRECCIÓN DEL PARTIDO

«Y cuando llegamos a México no había ninguna relación entre el Partido Socialista y el Partido Comunista. Ellos estaban en su centro republicano y nosotros teníamos la Casa de España. Había compañeros que iban al Centro Republi­ca­no a jugar al dominó o a lo que fuese pero ninguno hacía un trabajo político. Cuando el Partido Comunista quería enterarse de cual era la postura del Partido Socialista en un problema determinado tenía que ir yo porque comía todos los domingos con Antonio Ramos padre. Y aunque reñíamos y habíamos quedado de no hablar de política, entonces me enteraba de cual era la posición del partido socialista. Esa es una realidad.

En México, cuando yo llegué, Uribe todavía estaba al frente de la Delegación. Le llevé una caja de cigarros puros que se la mandaban desde Cuba. A los pocos meses se marchó y cuando yo empecé a trabajar en el Partido no estaba, estaba Felipe Muñoz Arconada.­ Yo no estuve mucho tiempo como dirigente de la Juventud porque me pasaron ya al Partido como segundo de Agitación y Propaganda: la cosa de libros, de educación, la distribución de "España Popular". Y allí en aquella época el responsable era Rozada, que era miembro de la Delegación.

Allí el Delegado era un miembro del Comité Central, era Felipe Muñoz Arconada. Primero había estado Uribe, había estado Santiago Álvarez, había estado Mije, ellos habían pasado por allí, pero en el año 1945 estos ya habían pasado hacia Europa.

En relación con el trabajo de México Distrito Federal, estaba Ricardo Castellote. Ricardo Castellote era un viejo camarada del Partido pero estaba ciego, no sé lo que había pasado que había ido perdiendo la vista. Se presentó el problema de la Guerra de Corea; entonces decidieron elevarme a respon­sa­ble de la Delega­ción. Estuve como un año y pico trabajan­do como responsable de la Delegación del Partido. El máximo responsable era Felipe Arconada, que era el represen­tante del Comité Central; yo sería el segundo. Sólo le daba cuenta a él, la relación mía era constantemente con él. Era secretario del comité, sacaba dinero con la posibilidad de clandestinidad, preparaba cosas para una futura clandestinidad, si se daba, creaba condiciones de defensa de los camaradas más débiles, como en el caso de Castellote, porque un hombre ciego se encuentra en una situación de clandes­tinidad con unas dificul­tades grandes, o sea, la defensa de los cuadros. México era el centro de los cuadros del Partido. Tanto de la cosa militar como políticos, hasta tal extremo que cuando murió Lister salió una fotografía en la que estaba con él Goyo, que es un camarada que perteneció a la dirección restrin­gi­da, que preparamos por si acaso nos detenían; éste había estado con Lister en su unidad, el V cuerpo (durante la guerra).

Luego, cuando estuve de dirigente del Partido o antes, me encargó el Partido buscar todos los libros que pudiera encontrar en las librerías de México sobre la economía del Franquismo. Y ahí buscando, sobre todo en los libros de viejo, en las librerías de viejo, buscando los libros esos para mandarlos a Francia. Alguno tendría que estudiar esos libros. No se les ocurrió comprarlos en España, porque a lo mejor no existían ya en España. Habían sido mandados para América porque hay mucha circulación de libros españoles, a pesar de que son muy caros.»


ASENTAMIENTO EN MÉXICO: "ME SACARON DE LA DIRECCIÓN"

«Luego de eso me sacaron, como se saca del Partido. En cierta medida tenían razón, por lo siguiente: yo no he recibido ningún centavo del Partido en el tiempo que he tenido puesto en la dirección porque yo trabajaba en mi oficio de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde y luego, a las 3 de la tarde, después de comer, me metía en el trabajo del Partido hasta las 2 de la mañana o las 3 de la mañana, quien sabe cuanto. Pero no podía. Una de las veces hubo un discurso de Stalin, yo no lo estudié y se tomó como justificación para apartarme de la dirección. Tomó esta justi­fi­cación­ Muñoz Arconada porque él tenía problemas con el Buró Político. El Buró Político no estaba de acuerdo que se me nombrara a mí responsable. Felipe me enseñaba las cartas que le mandaba Antón y yo veía como le planteaba el problema Antón a Felipe.

Después ya me quedé a vivir en México. Nos relacionamos con toda la juventud que fuimos de Pedro Sánchez, entre ellos uno que estuvo trabajando aquí con Semprún, Enrique Lerma, que estuvo en la cárcel y luego volvió a México. Pero ya no tenemos ninguna actividad; sólo hay un camarada en la dirección del Partido Comunista de allá (de México), que se reúne con nosotros porque es parte de los jóvenes, de cuando éramos jóvenes; es el único que sigue. Los demás seguimos ideológicamente pero no tenemos ninguna actividad.

Ideológicamente sigo igual y sigo diferente. Digo igual porque yo sigo pensando en el comunismo. Pero las experiencias históricas le tienen que servir a uno de algo, las cosas tienen que cambiar, no pueden ser como eran antes. No puede haber un Partido como el de antes.»


3. A MODO DE EPÍLOGO

A pesar de que, como dice Antonio Ruiz-Hidalgo, «en la emigración las cosas se van reflejando de una forma más pausada», su exilio mexicano no le impidió vivir el desconcierto que provocó entre los comunistas la denuncia de los crímenes de Stalin hecha por Kruschev, el giro Eurocomu­nis­ta del PCE y que, con la llegada de la Democracia, el Partido abandonara la demanda de la Repúbli­ca. Con más de 85 años (con 26 años comenzó su exilio), y a pesar de que su familia está instalada «allá», se siente implicado en la realidad española.

No podemos ignorar lo que las fuentes orales pueden aportar a la historia reciente. El relato de Antonio Ruiz-Hidalgo es un vivo ejemplo de ello. Hay una parte de la historia que las gentes se llevan encima, y que hemos de rescatarla del olvido antes de que sea demasiado tarde.
1 Dentro de esta línea historiográfica se encuadran, entre otros, los trabajos de Paul Thomshon, Ronald Fraser, MªCarmen García-Nieto y Mercedes Vilanova. En nuestra región existe publicado un trabajo basado en este método de trabajo: AA.VV. (1993): Historia y memoria colectiva. La vida en el Valle de Camargo entre la República y el primer Franquismo. Ayto Camargo. Santander.
3 Esta entrevista fue realizada por Ignacio Alonso y Valentín Andrés.
2 Según Vicente Fenández Benítez.
4 Partido creado en 1934 por la fusión de los partidos de Azaña, Casares Quiroga y Marcelino Domingo.
5 Agrupación de partidos republicanos, nacionalistas, más el PSOE; tiene su origen en el Pacto de San Sebastián, en el que acordaron coordinar sus esfuerzos para instaurar la República.
6 "El Cantábrico" 3 de julio de 1931.
7 El Partido Republicano Radical era el más veterano entre los republicanos. Estaba dirigido por Alejandro Lerroux. En el trascurso de la República se fue inclinando hacia la derecha, lo que motivó la escisión de Marcelino domingo.
8 En la calle Santa María Egipciaca existía un centro benéfico que en 1819 se transformó en cárcel provincial, que siguió funcionando hasta 1934 en que fue demolida. Sobre esos terrenos se edificó los juzgados de la Calle Alta.
9 JACKSON, G. (1985): La República Española y la Guerra Civil (1931-1939). Ed. Orbis, Barcelona. (Pág. 145)
10 Nos inclinamos a situar estos hechos en el contexto de Sublevación de Jaca, cuando Pedro Vergara se exilia en Francia después de producirse enfrentamientos con la Guardia Civil. OBREGÓN GÓMEZ, J. (1978): Santander, 1931. De la dictadura a la República. Diputación Provincial de Santander. Santander, 1978. (Pag. 113)
11 En Marzo de 1934 se produjo en Cantabria una huelga campesina por el precio de la leche: «después de 18 días, el 20 de marzo, se puso fin a una huelga que se saldaba con un fracaso sin paliativos para los ganaderos que habían tomado parte en ella.» ALONSO, I. y ANDRÉS, V.:Población, territorio y trabajo. Las actividades económicas. En AA.VV. (1994): Historia y memoria colectiva. La vida en el valle de Camargo entre la República y el primer Franquismo. Ayto de Camargo, Santander. (Pag. 134)
12 Tras los sucesos de mayo de 1931, en que grupos incontrolados se dedicaron a quemar conventos, Miguel Maura, ministro de gobernación, decidió la creación de una fuerza de raíz republicana, para mantener el orden público: la Guardia de Asalto.
13 TUÑÓN DE LARA, M.(1966): La España del siglo XX. Laia. Barcelona.(pag. 550)
14 El barco Alfonso Pérez fue incautado durante la guerra para convertirlo en buque-prisión, debido a que la Prisión provincial y la cárcel del Dueso estaban masificadas. Este buque ya había cumplido la misma función tras la Revolución de Octubre de 1934, para encarcelar a los revolucionarios.
15 SÁIZ VIADERO, J.R. (1988): Cantabria en el siglo XX. Política, movimientos sociales y cultura. Santander, Tantín. (Pág.. 63)
16 Tras el levantamiento militar, Asturias, Cantabria y Euskadi, habían quedado aisladas del Gobierno Republicano. El 4 de septiembre al caer Irún quedaron atrapadas entre el mar y los Sublevados, perdiendo el contacto con la frontera francesa.
17 Luciano Malumbres, director del periódico la Región, fue asesinado el 3 de junio de 1936 por unos falangistas por su abierta militancia socialista.
18 Esta localidad francesa está situada en la desembocadura del río Loira, al este de Nantes. Probablemente, Antonio y su compañero estaban vendimiando en las riberas del Loira; zona vitícola, al sur de París, relativamente próxima a Nantes.
19 En el exilio de los republicanos españoles podemos diferenciar dos etapas: la primera tiene un carácter transitorio, al que respondería la existencia de los campos de concentración; la segunda, el asentamiento definitivo. En esta segunda etapa se enmarca el traslado a América que realizó el gobierno republicano a través de las organizaciones de ayuda a los refugiados. El último de estos barcos llegó a Cuba el 16 de junio de 1940. A partir de este momento, los que pasaron a América lo tuvieron que hacer por sus medios o por los de sus propias organizaciones políticas. Francia reconoció el carácter de refugiados políticos a los republicanos españoles ya en 1946.
20 El dictador Rafael Leónidas Trujillo, que gobernó la República Dominicana con el apoyo de Estados Unidos desde 1930 a 1952, cambió el nombre de la capital del país. Durante su mandato la denominó Ciudad Trujillo, como símbolo de su poder.
21 HEINE, H. (1983): La oposición política al Franquismo, de 1939 a 1952. Crítica. Barcelona. (Pág.32)
LOS CAMINOS DEL EXILIO
Historia de vida de un militante cántabro
VALENTÍN ANDRÉS GÓMEZ

1. INTRODUCCIÓN

La vida de Antonio Ruiz-Hidalgo Fernández, es la de un militante de izquierdas. Nació el 20 de diciembre de 1911 en Santander. Con 19 años ingresó en las Juventudes Socialistas, de cuya dirección formó parte desde su incorporación. Participó en las elecciones municipales de abril de 1931 que desencadenaron la llegada de la República. Durante el Bienio Negro fue detenido por editar un periódico clandestino, por lo cual fue desterrado de Santander, a donde regresó tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936. Durante la Guerra Civil llegó a ser Capitán de la Compañía de Costa en el Palacio de la Magdalena y Secretario General de las Juventudes Socia­listas Unificadas (JSU). Formó parte del Frente Popular como represen­tante de la JSU y del Tribunal Popular. Caída Santander en manos de los subleva­dos, se desplazó a Valencia para seguir colaborando con su organiza­ción. Tras la definitiva derrota del bando republicano comenzó un largo exilio por Francia, República Dominicana, Cuba y por último México, donde aún hoy reside.

Lo que tenemos entre manos no es una biografía recreada a partir de las huellas escritas que dejó esta persona, sino su testimonio, o más propiamente, un documento oral creado a partir de la intervención del entrevistado y del entrevistador; en ello reside la riqueza y el riesgo. ¿Qué puede aportar este tipo de fuentes a la historia? Puede aportar la experiencia vital de las gentes que vivieron esos momentos y normalmente no dejan rastros documentales. Puede aportar los sentimientos y las motivaciones que impulsaron a una persona o a un grupo. Puede aportar la visión de los perdedores, de las minorías, de los marginados. Puede aportar la memoria colectiva, los mitos que organizan los recuerdos de una comunidad. Sin duda hay temáticas en las que, sin la utilización de estas fuentes, sería muy difícil profundizar. Por otro lado, las fuentes orales, al igual que cualquier otro tipo de fuentes, no son autosuficientes. Estas necesitan de las fuentes escritas para ser contrasta­das[1].

El documento oral precisa de un método de crítica para analizar la subjetividad. Ante lo cual no debemos rasgarnos las vestiduras, ya que una gran parte de los documentos que podemos encontrar en cualquier archivo también gozan de parecida subjetividad; ésta pertenece al poder o a las élites, que en función de sus intereses han conservado los documentos, o no. La subjetividad de los documentos orales es frágil ante la posibilidad de ser manipulada por la propia memoria del entrevistado, por las presiones de la historia oficial y por las interferencias que provoca el entrevistador.
Hay que tener en cuenta que la narración se estructura en función, por un lado, de la visión política, cultural y social que el entrevistado tenga de su propio pasado y, por otro, de los mitos y lugares comunes de la memoria, que la organizan cronológicamente. Estos lugares son recuerdos compartidos por la comunidad: acontecimientos, lugares o personas, que facilitan la evocación de su pasado individual.
La entrevista, en la que se basa el presente relato, se realizó el 24 de abril de 1995, durante una de sus visitas a su ciudad, Santander[2]. El recorrido que seguimos a través de sus recuerdos está lleno de personas con las que se fue encontrando a lo largo de su periplo vital, y, aunque algunas referencias pudieran parecer tangenciales al relato, hemos querido respetarlas. Antonio reside en México desde 1945 y desde que llegó la democracia ha viajado a Santander repetidas veces para reencontrarse con parte de su familia, antiguos amigos y compañeros de entonces. Su larga estancia en aquel país le ha dado un acento característico, así como unos giros propios de allá, que también hemos respetado. Cuan­do habla del «Partido» se refiere al PCE en el que Antonio ingresó después que, en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, Alemania invadiera la URSS. Las palabras que figuran entre paréntesis han sido añadidas para facilitar la comprensión del relato.





METODO DE CRÍTICA DE LAS FUENTES ORALES[3]


Hechos y situaciones del pasado¯
Memoria del informante

×Relecturas institucionales del pasado
×Visiones del pasado desde el presente
×Emociones y sentimientos
×Debilidad de la memoria
¯
Entrevista
¯
Documento oral
¯
Análisis de la subjetividad

×Crítica textual ×Crítica sociológica ×Crítica cultural
¯
Fuente oral para la Historia



Los estudios acerca de la República, la Guerra Civil y sus consecuencias son todavía escasos en Cantabria, quedando todavía mucho por hacer. Con un relato de vida como el presente pretendemos hacer una modesta aportación para cubrir esta escasez y poner de relieve el interés que tienen las fuentes orales para la reconstrucción de la historia reciente, ya que nos permite recoger la versión de aquéllos que no suelen dejar huella de su paso en los documentos escritos. La aportación más novedosa quizás sea que nos muestra los entresijos del exilio, sobre todo el paso por República Dominicana; cómo los exiliados de las JSU se organiza­ron en un medio rural en el que se implican a través de un trabajo social, que hoy denominaríamos desarrollo comunitario o animación sociocultural.


2. EL TESTIMONIO DE ANTONIO RUIZ-HIDALGO FERNÁNDEZ

PRIMEROS CONTACTOS CON LA POLÍTICA

«Me llamo Antonio Ruiz-Hidalgo Fernández. Nací en el año 11, el 20 de diciembre de 1911. Yo trabajaba con mi padre en la calle Rincón; mi padre era grabador, y yo empecé a aprender de grabador. En una parte había varias habitaciones. En una de ellas trabajaba como joyero Antonio Ramos, que fue diputado socialista en Santander, y que fue Secretario general de la UGT, de la Federación Obrera Montañesa. Trabajaba también un hermano, Santiago Ramos. Mi familia era una familia de Republicanos, empezando por mi abuelo. Yo empecé a ver la cosa política desde muchacho por discursos de Castelar, de Pi y Margall, discursos que tenía mi abuelo, viendo los folletos que tenía y las revistas que salían en aquel entonces.»

Antonio descubrió la política en los años veinte, en plena Dictadura de Primo de Rivera. La identificación de Alfonso XIII con la dictadura generó entre la población una gran desconfianza hacia la Monarquía. Los partidos republicanos y las agrupaciones obreras fueron ganando el apoyo popular. En enero de 1930 el general Berenguer sustituyó a Primo de Rivera para apuntalar la Monarquía. En agosto los grupos republicanos firmaron el pacto de San Sebastián para coordinar los esfuerzos de todos aquellos que proponían un cambio de régimen. El 12 de diciembre de 1930 se produjo un levantamiento militar en Jaca, que pretendía ser el comienzo de una sublevación para instaurar la República. La precipitación y falta de coordinación fueron las causas del fracaso.

«Entonces se planteó la huelga de Jaca, una huelga general, y que ya lo sabían los que estaban al mando aquí de los socia­lis­tas. Fue entonces cuando solicité el ingreso en las Juventudes Socialistas, pero ese ingreso no vino hasta febrero del año 1931, cuando levantaron las restricciones, el embargo que había sobre las casas del pueblo y las organizaciones obreras. En la primera asamblea de la Juventud Socialista ingresé, me eligieron para la directiva de tesorero, me elevaron a la dirección. Ahí puede decirse que estuve preparando permanentemente y creando la Federación de Juventudes Socialistas de la Provincia desde la organización de Santander. Después de esto, pues vino la República.

Cuando nos reuníamos con los jóvenes comunistas, para cual­quier cosa, no creáis que para cuestiones ideológicas: para pegar carteles, para repartir propaganda, para cualquier cosa nos reuníamos. Los jóvenes comunistas nos ponían el rollo. Primero la revolución China. Nos sacaban a relucir la revolución China, y nosotros no les hacíamos ni caso, a pesar de toda la importancia que tenía la revolución China. Y luego a meterse con nuestros dirigentes, que si fulano, que si Prieto, que si éste, que si el otro. El caso es que muchas de las cosas que nos plan­teaban tenían razón, pero nosotros pensábamos que: -«A nues­tros dirigentes los criticamos nosotros. Así que no vengáis a joder­nos.»

El centro de trabajo político socialista era en la Callealtera, donde los Sota. La madre de ellos, la señora Elvira, que era una de las maestras de la Tabaca­lera, era dirigente del sindicato de la CNT de mujeres de la Tabacale­ra. Ellos, los hijos, estaban más vinculados con los Socialistas. La mamá, la señora Elvira seguramente no era anar­quista, sino que estaba con ellos porque el sindicato era el sindicato que estaba allí. Había un grupo de maestras, que eran las que registra­ban a las demás obreras cuando éstas salían del trabajo. Se registraba a todas en la tabacalera. Los obreros no podían sacar más que sus cigarreras llenas de tabaco; también se les registraba. También, luego, se registraban entre ellas, entre las maestras, para que no se llevasen el tabaco. Había una norma.

Hace poco ha muerto aquí un amigo, dirigente de las Juventu­des Libertarias, Genaro de la Colina. Entonces la CNT estaba en la cuesta del 1º de Mayo que decíamos, que ahora se llama Alcázar de Toledo, en el lugar que estuvo el Partido (Comunista), en la casa de antes, allí estaba la CNT. En el Primero de mayo estuvieron juntos los de la UGT y los de la CNT en aquel local, luego se separaron y tuvieron un enfrentamiento ya. La Casa del Pueblo estaba primero en Garmendia, cerca de la Cárcel, y luego cambió a Magallanes.»


LLEGÓ LA REPÚBLICA

El gobierno de Berenguer debía ser el puente para el retorno a las prácticas constitucionales anteriores a la Dictadura. El fracaso en este cometido llevó a la Monarquía a convocar elecciones. Se empezó por las municipales por tener menor contenido político, sin embargo, todo el mundo era consciente que aquellas elecciones se habían convertido en un referéndum sobre la Monarquía.

«Las elecciones del 1931, eran unas elecciones municipales. Ellos se pensaban que lo tenían todo manejado, y se encontraron con la sorpresa. Creo que también los dirigentes republicanos, que no esperaban una afluencia tan grande de gente y tal descon­tento contra la Monarquía. A ello contribuyó en gran parte la entrega del poder de Alfonso XIII a Primo de Rivera, en la dictadu­ra de Primo de Rivera, por lo menos eso creo yo.

(Los días previos a las elecciones), aquí en Santander, se desarrollaron bastante bien. Entonces había un partido que era el más importante, el Radical. Era el partido de Lerroux, que era un muchacho joven, abogado, y que en la Guerra estuvo totalmente apartado del Frente Popular. Los Radicales ya no jugaron ningún papel en la guerra contra el Franquismo. En los mítines no hubo incidentes porque las derechas pensaban que iban a ganar, y las derechas sólo empiezan a ser agresivas con la aparición de la Falange y los tradiciona­listas, ya en combate; pero entonces no hubo problemas. No se puede decir que hubiera incidentes; los incidentes se producen en toda la situación nacional, pero tampoco hay incidentes graves.

Los mítines aquí se hacían en el Alcázar. Era un centro que se convertía en baile y que se celebraban allí peleas de gallos. Estaba a un lado de Numancia en un callejón. Era un lugar mayor que los cines, pero para estar de pie. Los partidos Republicanos eran muy pequeños. Lo más organizado era el Partido Socialista, pero sobre todo la UGT, la Federación Obrera Montañesa. Las organizaciones no estaban muy desarrolla­das. Yo te voy a decir que cuando ingresé en la Juventud Socialista creo que éramos como 50. La Juventud Comunista entonces no existía. No había organiza­ción. Aparecen después organizaciones: que si Izquierda Republicana[4], que si Acción Republicana, que si el partido de Marcelino Domingo, también, que se dividió del Radical, y se fue por la posición de Lerroux con el estraperlo. Es más, entonces la Federación Obrera Montañesa celebraba el 1º de mayo en el Real Cinema, con una función de Cine o de Teatro, una cosa de ésas. Y luego hacíamos una manifestación, y un grupo de esa manifestación, la gente más activa, nos íbamos a los Pinares del Sardinero a comer. ¿Qué seríamos 100 ó 150 personas?, no más. Luego sí empezó a crecer: las organizaciones, la Juventud, ya teníamos un grupo infantil socialista que dirigía Eulalio Ferrer, había grupo femenino: en conjunto la juventud socialista ya tenía 300 o 400 gentes.

Yo participé en las elecciones; ya estaba en las Juventudes Socialis­tas. Me tocó ir al Hospital de San Rafael, que se abrió una casi­lla allí. En aquel entonces se mandaban los boletos de los parti­dos a las casas o se repartían afuera de las casillas. Tú tenías los boletos de tu partido. Se hizo la Coalición Republica­na-Socialis­ta[5], que en eso Prieto tuvo una gran visión. Y se celebraron las elecciones, y como siempre en Santander ganaron las derechas, salvo en los compro­mi­sarios para la Constitución. El problema es el siguiente: se ganó en todas las ciudades más importantes de España, en Cataluña arrasaron. En ciudades menos importantes también se ganó. Eso fue el 12 de abril y el 14 se proclamó la República, porque el pueblo estaba en la calle en todas las grandes ciudades: Madrid, Barcelona, Sevilla, todo eso... en Santander también salimos a la calle a hacer mani­fes­taciones. El Rey, en lugar de quedarse y hacer frente a la situación, huyó.»

El 28 de junio de 1931 se ce­lebraron las primeras elec­ciones para formar unas Cor­tes Constitu­yentes. En la entonces pro­vincia de Santander ganó la candidatura Republicano-socialista con 5 diputados: Bruno Alonso (Socialista), Ramón Ruiz Rebollo (Federal), Gregorio Villarías (Radical-socialista), Eduardo Pérez Iglesias (Federal) y Manuel Ruiz de Villa (Radical-socialista). Los otros dos diputados correspondieron a la candidatura Regional Independiente (agrarios): Lauro Fernández y Pedro Saínz Rodríguez[6].

«Primero se celebró la elección de los compromisarios para elaborar la constitución, es cuando salieron aquí 5 diputados de izquierdas. No sé si fue un Socialista, Bruno Alonso, y los demás Republicanos. Entonces estaban las derechas asusta­das. Después no volvimos a ganar más que las minorías: un Socialista y un Republicano, o dos Socia­lis­tas. Ramos y Bruno, o Bruno y Ruiz Rebollo.»


EL BIENIO NEGRO

En las elecciones del 19 de noviembre de 1933, la CEDA se convirtió en el partido minoritario con mayor número de escaños, beneficiandose de la ley electoral que primaba la formación de mayorías. Si a la CEDA se le sumase los escaños del resto de los partidos de derechas, aún así, no constituía la mitad de la cámara. Para poder influir en el gobierno precisó apoyar al partido Radical de Lerroux, segundo partido más votado. Hay que buscar las claves, de los resultados en la agrupación bajo la CEDA de la mayor parte de los partidos de derechas, en la división de las izquierdas y en la abstención en estas elecciones de los anarco-sindicalistas. En las palabras de Antonio podemos entrever los sentimientos que la derrota electoral provocó.

«Las elecciones de 1933 las perdimos; digo las perdimos porque las derechas las ganaron con mucho; podían haber sacado hasta las minorías. Entonces es cuando se crearon las condicio­nes de enfrentamiento, inclusive entre las fuerzas repu­bli­canas. Por ejemplo, el partido Radical[7] se va haciendo más de derechas. Aparece el partido de Azaña. El Partido Liberal no lograr ser un partido nacional muy fuerte a pesar de ser el partido republicano más avanzado, que era el partido de Pi y Margall. Ahí es donde se pierden las elecciones (por la división). Ganan las derechas en casi todas las provincias. En Cataluña creo que no. En Cataluña había un partido muy fuerte, el de Maciá y Compayns, que era lo que ahora es Esquerra Republicana de Catalunya; que entonces estaba vincula­do con la República y con el estatuto. En ese momento es cuando viene el levantamiento de 1934, el levanta­miento de Asturias.

Vino el Bienio Negro, y a mi me pasó una cosa; vivía en los Chalés de la Tierruca, y muchas veces usaba sombrero. Se me ocurrió ir a pasear a la Alameda Primera con unos amigos, y ahí nos pusieron con las manos en alto y hubo un guardia que me pegó. Por nada, no sé por qué, se le ocurrió. Cuando me ponía el sombrero ya no me molestaba nadie. Ni me cacheaban ni me ponían las manos en alto. Te cambiaban de categoría social por llevar el sombrero.

Tirábamos un periódico clandes­tino que se llamaba "La Antorcha". Por ese periódico clandestino nos detuvieron. Fue un día de San Juan y ya había habido mucho tumulto porque los jóvenes comunistas habían puesto cartelones en los cables de los tranvías, y andaban los guardias de asalto muy liados por ahí. Éramos unos 18 reunidos en la Alameda Primera, porque estaba la verbena. Nos detuvieron a siete con un paquete de periódicos que se iba a mandar a (la) Provincia. Nos llevaron al cuartel. Después de eso nos condena­ron a dos. El compañero mío fue Luis Palazuelos.

Nos detuvieron los guardias de asalto, entre los cuales el teniente era Polidura. Nos llevó a donde el comandante Puig. Dice: -«Dales una buena a éstos.» Llegamos para allá y nos metieron a palos. A los siete nos metieron a palos. Luego yo se lo he recordado a Puig, porque Puig ha estado refugiado en México y hemos tenido mucha relación en el Centro Republicano. Esos eran Republicanos, claro que él había leído el periódico en donde decíamos que llevaba prostitutas al gobernador y una serie de cosas. Decía: -«La que me liasteis es buena». Puig demostró que era un hombre republica­no manejando a los guardias de Asalto y marchó a la emigración porque si no se lo cargan, lo matan. Pero los procedimientos policiales... además, aquí nos conocíamos todos. Santander era menos de la mitad de lo que es hoy. A Polidura, ¡cómo no íbamos a conocer a Polidura! y él nos conocía a nosotros, aunque no fuera más que de vista. Desde ese punto de vista, hubo bastantes cosas en la Provincia.

A nosotros, primero nos llevaron a la cárcel que estaba arriba de la calle Garmendia, en la cuesta Garmendia[8]. Allí estaba la cárcel, y luego (después de la Revolución de octubre) nos pasaron al barco Alfonso Pérez con todos los demás presos.»


LA REVOLUCIÓN DE OCTUBRE DE 1934

El 1º de octubre de 1934, la CEDA provocó una crisis al retirar su apoyo al Gobierno de Lerroux. Esta situación se solventó con la constitu­ción de un nuevo ejecutivo en el cual se integraron tres ministros de la Coalición dere­chista. La Revolución de Octubre estuvo dirigida a impedir que la CEDA participara en el Gobierno; una participación que parecía, tanto a los liberales de clase media como a la izquierda revolucionaria, una fórmula equivalente a la implan­tación del fascismo en España[9].

«Hubo una huelga que duró no sé si fueron 6 días ó 7, una huelga general que se mantuvo. La respetaron la CNT y la UGT. Estuvimos en la calle, se formaron grupos, se consiguieron pistolas, pero de éso no hubo nada. No sé si fue en 1933 cuando lo de Pedro Vergara, que disparó unos tiros y lo siguieron[10]. Era un dirigente metalúrgico, en aquella época, con Bruno Alonso. Des­pués en la guerra lo fusilaron. Pero hubo un paro general; los socialistas pueden hacer una huelga, pero no saben organizar una revolución, un levantamiento. Se creyó que con llevar a la muerte a los mineros asturianos se iba a conseguir todo, y lo único que se consiguió es que los aplasta­sen. Sucedie­ron dos hechos anteriormen­te: primero una huelga ferrovia­ria que aplastó Prieto. La dirigía Trifón Gómez, que era un diputa­do socialista, dirigente de los ferroviarios y que era de los de Prieto. Luego se hizo una huelga general campesina[11], que abarcó todo Castilla para abajo. Esas partes luego ya no respon­dieron a la huelga general. ¿Cómo los campesinos, que habían perdido la huelga, iban a hacer otra? ¿Para qué? Si las reivin­dicaciones que ellos ponían no habían sido apoyadas. El movimien­to de octubre se manifiesta en Asturias, y ahí le aplastan, aunque la huelga general se manifieste en toda España, pero sin ninguna manifestación guerrillera, ni de enfrenta­miento.

Con quien te enfrentabas era con los guardias de asalto. Los guardias de asalto eran gente tuya, pero que daba leña porque defendían el puesto. Para ser de asalto tenían que llegar con una certificación diciendo que eran de izquierdas, que pertenecían al Partido Socialista, o a las Juventudes Socialis­tas, o a Izquierda Republicana, o a tal para que les aceptasen en los guardias de asalto[12].

De los Corrales de Buelna trajeron muchos obreros sospecho­sos. Inclusive utilizaron, en 1934, los mismos barcos que después utilizamos con los de derechas en la guerra. Vinieron de Reocín. Vinieron de Barruelo, aquí los trajeron. En vez de llevarlos a Palencia, los traían a Santander.

Nos desterraron. Entonces nos fuimos los dos a Bilbao (Luis Palazuelos y yo). Allá en Bilbao no podíamos hacer actividades políticas y nos metimos en el Círculo Femenino Socialista. Con un pariente con el que yo trabajaba, Genaro Muñoz, se organizó la ida de huérfanos de Asturias a Bilbao, que se llevaron creo que 200 niños a Bilbao, después de la Revolución de Asturias. Estando nosotros allí se produjo el triunfo del Frente Popular y nos volvimos los dos.»


VINO LA GUERRA

En las elecciones del 16 de febrero de 1936, el Frente Popular obtuvo 257 diputados frente a los 57 de centro y los 139 de la derecha. El resultado en Santander no respondió a la tendencia general: las derechas vencieron por cinco diputados a dos, que contabilizó el Frente Popular. En estas elecciones el electorado se había radicalizado, prueba de ello es la disminución de votos que recibió el centro y el aumento tanto de la izquierda como de la derecha. Desde el mismo día de las elecciones los militares estaban considerando la posibilidad de un golpe militar. El 18 de julio fue el día elegido. El golpe fracasó, las ciudades más importantes, salvo Sevilla, permanecie­ron fieles a la República. Los sublevados, sin embargo, controlaban una gran parte del territorio. «En la última semana del mes de julio, España entera estaba ya dentro del trágico engranaje de la guerra civil.»[13]

«Vino la guerra. Yo me fui al frente el primer día, pero recibí instrucciones del Partido Socialista para que volviese, porque al compañero que estaba atento de la Juventud en el Frente Popular se le había agarrado de una manera muy activa con una enfermera, y lo sacaron. Y me hicieron venir a mí. Yo conté con los jóvenes comunistas, les dije: -«Bueno, esto hay.» Estuvieron de acuerdo y vine.

Yo pasé a ser Capitán de la Compañía de Costa que estaba en el Palacio de la Magdalena, y Secretario general de las Juven­tu­des Socialistas Unificadas (JSU). Estaba en el Frente Popular, estaba en el Tribunal Popular, en todo. Todavía conservo el carné de concejal del Ayuntamiento. Éso lo conservo en México.»

En de agosto de 1936, el Gobierno de la República decidió crear los Tribunales Populares, encargados de juzgar los delitos de rebelión y sedición. Su creación tuvo como fin evitar las ejecuciones extraju­di­ciales que se estaban cometiendo en la retaguardia por elementos exaltados. Cada tribunal estaba presidido por un magistrado, asistido por dos jueces y contaba con un jurado de 14 miembros elegidos por el Frente Popular.

«En el Tribunal Popular ocurría una cosa muy curiosa, éramos siete representantes, uno de cada organización del Frente Popular: del partido Republicano, del partido Socialista, UGT, tal y cual. Tu podías denunciar a alguno y lo metían en la cárcel, o le mandaban al barco prisión[14]. O sea, un individuo podía denunciar, que se tomaba acta inmediatamente. Pero se daba el caso que para sacar a una persona se necesitaba la opinión unánime de los siete. Y ahí sí que era un problema: el que entraba no salía. El que entraba no salía porque alguno tenía algo en contra suya. En cuanto a condenas, en realidad, ese tribunal no condenó más que a unos cabos del ejército que se pasaron al enemigo, y que se les condenó a muerte. Pero si no los teníamos, ¿para qué les condenamos? Dos cabos chusqueros que se llamaban entonces, que eran los que entraban en ejército y se preparaban para ser números de la Guardia Civil. Porque para entrar en la Guardia Civil tenían la obligación de haber sido del ejército, por lo menos cabo. Que fue lo que se juzgó. Los tribunales, en la práctica, no funcionaban como tribunales. Yo no di ningún nombre. En el barrio donde yo vivía, había gente de derechas. Pero yo consideraba que si matabas a toda la gente de derechas no quedaba ni la mitad de España. El triunfo del Frente Popular no fue tan boyante, fue un triunfo pero tuvo muy poca diferencia en relación con los otros.»

Si hay un suceso que quedó grabado en la memoria de todos aquellos que vivieron la guerra fue el bombardeo de Santander y la posterior ejecución de derechistas encarcelados en el barco-prisión Alfonso Pérez. Sin embargo, es curioso observar como, oyendo testimonios de personas de diferentes tendencias, parece que se refirieren a sucesos que no están directamente relacionados. El domingo 27 de diciembre de 1936 se produjo un bombardeo aéreo de las fuerzas sublevadas sobre Santander, en él perecieron 65 personas. «A renglón seguido la multitud se dirigió al buque prisión, anclado en la bahía, clamando venganza, la venganza que llenó de luto a centenar y medio de familia­res de derechas»[15].

«Hubo un problema con los del barco-prisión, que fue el siguiente: Hubo un bombardeo en Santander, un bombardeo que agarró San Fernando y se cruzó para allá, para la Albericia o por allí. En San Fernando había unas canteras muy altas; ahí había refugios. Hubo varios muertos. Se fueron al barco y empezaron a tirar bombas, y hubo un montón de muertos ente los presos. Y ya no hubo más bombardeos. Un poco brutal, pero efectivo, esa es la verdad. Eso fue el caso. No sé lo que pasó con los del Barco al caer Santan­der, les sacarían ellos (los sublevados).»


CON LA UNIFICACIÓN DE LAS JUVENTUDES A CUESTAS
La unificación de las Juventudes Socialistas y las Juventudes Comunis­tas se inició el 1º de abril, tras la victoria electoral del Frente popular el 16 de febrero de 1936. En el breve período de tiempo que separó el triunfo electoral de la sublevación militar, se produce la fusión. La vida, de las recién nacidas, Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) estuvo estrechamente vinculadas a los avatares políticos de la guerra.


«Estuvo por aquí en aquel entonces, que venía a la unifica­ción, Federico Melchor y otro compañero de la ejecutiva de la Juventud Socialista. Pero como se produjo el levantamiento se marcharon. Luego hicimos aquí, en plena guerra, la unificación de las Juventudes Socialistas y Comunistas. Cuando se unificaron de las Juventudes Socialistas y Comu­nis­tas, las Juventudes socialistas las dirigía Santiago Carrillo, con Cazorla, con Federico Melchor, con Alfredo Cabello, que eran socialistas. Pero al producirse la defensa de Madrid, todo ese grupo se convirtió en comunista, se hizo comunista. Entonces, en la conferencia de Valencia a principios del año 1937, cuando se hace la unificación nacional, resulta que nos empaquetan una candidatura que votamos todos pensando que Carrillo seguía siendo socialista y que el otro seguía siendo socialista. Vamos, si ponían a Medrano, que era el representante de los comunis­tas, por secretario de organiza­ción, pues no nos importaba. Un día me encuentro con un camarada comunista y me dice: -«No, si todos son comunistas.» Ahí ya empezó a crearse dentro de la propia JSU, lo que podía ser... lo que ocurrió, el rompimiento. A mí me sentó, como es natural, muy mal; seguía siendo socialista. Pero le dije a Rafael Fernández, dirigente de la Juventud de Asturias, que era el yerno de Belarmino Tomás: -«Tenemos que esperar a que se termine la guerra, no podemos intentar ahora romper la unidad de la JSU.» Porque hubiese sido una cosa tremenda. La JSU, para paliar esa situación interna, metió en la ejecutiva de la JSU a dos socialistas: a Martín Cantal, que era granadino, y a un tal Rodríguez de Alicante. Pero esos dimitieron porque no les gustaba la política comunista que se hacía en la JSU, esa era la verdad. No sé lo que reconocerá Santiago Carrillo. Yo sé que eso no es culpa de Santiago Carrillo, porque eso era culpa del Partido. El copar las organizaciones siempre. Se metían en el Ateneo Popular, a copar. Entraban en el Socorro Rojo, a copar. Era una cosa de tipo sectario.

Antes de perderse Santander, nosotros nos habíamos quedado allá en la zona aquélla[16], en Valencia, y habíamos ido hasta Burdeos, Federico Batán y yo, para pasar en los barcos de los vascos por Biarrizt, pero no lo conseguimos. Luego, el gobierno de Asturias trajo un barco inglés con cargamento, que dirigía este amigo (Rafael Fernández) como miembro del gobierno de Asturias, y vinimos dando la vuelta a toda España hasta Gijón.

Vino al Norte un grupo de compañeros de la ejecutiva, entre los cuales estaba Medrano. Se reunieron con la dirección de la Juventud en Bilbao, estaban fumando, tenían allí el casquillo de un proyectil, y se les ocurrió tirar en él la ceniza y explotó. Murieron varios entre ellos Medrano. Quedaron varios heridos, entre ellos Felipe, un compañero que perdió un ojo.

Se perdió la guerra y logramos salir de aquí en unos barcos que tenía la CNT. Porque se daba un caso muy curioso, aunque la política de Santander estaba en manos del Partido Socialista, empezando por el Gobernador, Juan Ruiz de Olazarán, por el comisario de Guerra que era Somarriba... sin embargo, los únicos que tuvieron la previsión de tener barcos para salir de aquí fueron los de la CNT, y por eso nos salvamos nosotros. A pesar de eso quedaron aquí muchos compañeros socialistas, algunos como Antonio Vayas que era uno de los dirigentes, que fue ahorcado. Quedó aquí también la viuda de Malumbres[17], Matilde Zapata. También ahorca­ron a Roberto Álvarez el abogado, que era el jefe del Tribunal Popular.

Al perderse la guerra, como es natural, fuimos hasta Valencia donde estaba la ejecutiva de la JSU, a dar cuenta de lo que había pasado aquí. Yo me quedé a trabajar en la ejecutiva de la Juventud, en organización con Segis Álvarez, un viejo comunista. Entonces se celebró una reunión del Comité Nacional, y en esa reunión me nombraron a mí de la ejecutiva, y fui con Santiago Carrillo desde Madrid a Barcelona para hablar con Lamoneda, que era secretario general del Partido Socialista, sobre el problema de la Juventud. Hablamos con él, pero en principio no pudimos enten­der­nos mucho, pero vino la retirada y volvimos a hablar con él en Francia.»


COMIENZA EL EXILIO: FRANCIA

Tras la caída de Cataluña, aproximadamente medio millón de españoles cruzaron la frontera francesa. Fueron confinados en campos de concen­tración improvisados en las cercanas playas de Argelès y St. Cyprien. El trato recibido por los refugiados no fue bueno; tampoco fueron buenas las condiciones de vida. Una cantidad considerable de españoles permaneció en Francia indocumentados, esquivando a la policía para evitar que fuesen recluídos en uno de estos campos. El fin de la Guerra Civil supuso, a su vez, el fin del Frente Popular. El Partido Socialis­ta volvió a crear las Juventudes Socialistas desentendiéndose de la JSU, que quedó bajo el control del PCE. En el seno del PSOE, si algo era más fuerte que el enfrenta­miento entre Negrín y Prieto, eso era la animadver­sión hacia los comunistas y por extensión hacia la JSU. En este ambiente se celebró la reunión de la Internacional Juvenil Socialista

«Estando en Francia se celebró una reunión de la Interna­cio­nal Juvenil Socialista, en la cual Alfredo Cabello formaba parte del buró político en representación de la JSU. Al Comité Nacional nos correspondía enviar a seis compañeros, y a ese congreso fuimos... reunión, no fue congreso porque había pocos represen­tantes. De ahí nos expulsaron. A una delegación de los jóvenes socialistas les dieron la represen­tación dentro de la Internacio­nal Juvenil Socialista. Los únicos que defendieron a la JSU fueron los jóvenes suizos, que eran jóvenes, los demás no eran jóvenes. Inclusive nosotros teníamos cierta edad. Pero aquéllos eran muchachos.

El caso es que, al celebrarse la reunión, me habían nombrado de la ejecutiva: Fuimos allá y nos echaron. Tuvimos que salir corriendo porque nos denunciaron los de la Internacional a la policía como comunistas. Estábamos sin documentación en Francia, en París. En el momento en que nosotros somos expulsa­dos, en ese momento ya nos convertimos en enemigos (para los la Interna­cio­nal). Nos conside­ran enemigos. Pero gracias a que Alfredo Cabello se enteró de lo que pasaba, no los comunicó y salimos corriendo en los automóvi­les con los que habíamos ido, salimos para París. Luego se declaró la Guerra Mundial y se empezó a sacar gente de París y a mí me mandaron con Clemente Ruiz, un compañero de la Juventud de Navarra, a la vendimia. Estando trabajando en la vendimia recibimos la noticia de que nos presentásemos en Saint Nazaire[18] para viajar a América.»

El aislamiento que sufrieron los comunistas españoles se potenció tras el Pacto Germano-Soviético. Mientras que el resto de los partidos republicanos habían depositado la esperanza en que la victoria de los aliados restauraría la República, la dependencia ideológica que les unía a la Unión Soviética llevó a los comunistas a justificar la Guerra Mundial como un conflicto imperialista, en el cual debían mantenerse neutrales, posición que cambiaron tras la invasión alemana de la Unión Soviética, pasando a ser el grupo más activo en la lucha contra Alemania. Ocho departamentos del sur de Francia fueron liberados por los maquisards españoles.

«Al principio de la Guerra (Mundial) todo el mundo estaba contra los comunistas. Porque nosotros decíamos que era una guerra imperialista: -«pues que se jodan». Y los antifascistas decían: -«Y cuando se hizo el pacto Germano-Soviético...» Se armó buena. Y la gente del Partido estaba en las cárceles (españolas) aislada de todos los demás: republicanos, socialistas o anarquistas.»

A PEDRO SÁNCHEZ, REPÚBLICA DOMINICANA[19]

«Llegamos el 7 de noviembre (en junio de 1940 había caído París) a Santo Domingo. Que no se llamaba Santo Domingo, se llamaba Ciudad Trujillo. Llegamos allí y nos encontramos a Serrano Poncela, que había salido huyendo desde Barcelona a la Frontera, y a Vela Zanetti. Éramos un grupo como de doce o catorce, entre los comunistas y yo. Estuvimos allí con la intención de cambiar. La JARE (Junta de Asistencia de Refugiados Españoles), a los primeros que llegamos, nos dio 10 ó 12 dólares. Cogimos el dinero y mandamos dos o tres personas para la Habana. Como no pudimos vivir allá (en Ciudad Trujillo) nos fuimos al campo, a Pedro Sánchez. En Pedro Sánchez recibíamos 6 dólares al mes para mantenernos.

En Pedro Sánchez tuvimos que hacer frente a la mentalidad de un dirigente comunista, que había sido jefe en el ejército. Quería que hiciésemos koljoses allá en Santo Domingo. Le dijimos que no, que nosotros estábamos allí para volver a España. En la inmigración todos estábamos con la maleta debajo de la cama. -«Sí, sí, ya, ya, que esto se arregla, derrotados los nazis allá vamos para España.» Entonces se hicieron círculos de estudio, se prepararon cosas para venir, que si cosas de sabotaje... José María Jerez, estuvo en España en la dirección del Partido, no sé con que grupo. Le trajeron de Cuba. Vino también Carnero, que estuvo dirigiendo Mundo Obrero o algo así. Luego se volvieron, se conoce que les sacaron de la dirección. El caso es que vino gente a España. De allí por ejemplo salió un hombre como Pedro Valverde, que era catalán, que le asesinaron en Cataluña con el franquismo.

Allí se tiraron dos periódicos, uno "La República", y otro "Juventud de España", que pertenecía a la JSU. Juventud de España se vendía bien y había muchas suscripciones porque no nos metíamos en el problema interno de Santo Domingo. Pero al plantear la cosa anti-nazi, y antifascista, en realidad estábamos planteando el problema de la dictadura de Trujillo, porque aunque era aliado, era fascista. Era un dictador criminal. Establecimos relaciones con la gente de la Juventud Comunista de allá, y el Partido las estableci­ó con el Partido Comunista Dominicano.

Se hizo en Santo Domingo un trabajo muy bonito desde el punto de vista social. En Pedro Sánchez teníamos cuadro escénico, teníamos equipo de fútbol, teníamos biblioteca, escuela de analfabetos para los campesinos. Los maestros de esa escuela todavía viven los dos, Eduardo Bárzana y José Farreras, que era de la Juventud catalana. Ayudaron a bastantes muchachos jóve­nes. Zoila Ambou dirigía la escuela de niños. Había teatro, echaban "Yerma" de Lorca, se iba a la Romana y a tal sitio a hacer teatro. La Romana era una ciudad de la República Dominicana, lejos de Santo Domingo.

Cuando hicimos la revista de españoles en Pedro Sánchez subió un camarada de la JSU para hacer fotografías, de las casas donde vivíamos, de los Clubs, de la gente del club de Fútbol, de la biblioteca, de la escuela de niños. Se hacía todo ese trabajo, entonces se sacaron fotogra­fías; bajamos José María Jerez y yo a Ciudad Trujillo. Y ahí nos empezaron a buscar por todos los bares. Trujillo pensaba que íbamos a hacer alguna cosa contra él o contra el régimen. Nosotros simplemente, cuando hicimos el bosquejo de la revista, empezamos por ir a ver al Nuncio de la Iglesia Católica, a pedirle dinero para... y luego fuimos al Partido trujillista a pedir dinero. Entonces toda la persecución desapareció porque ya sabían lo que queríamos. Se hizo esa revista. Algunos en México la tienen, yo no la conseguí salvar porque se quedó en Cuba. Cuando yo me fui se quedaron en Cuba todos mis libros, las revistas, y la colección de "Juventud de España". Pero tuvimos al Régimen durante una semana preocupa­dí­simos. Después a mí me mandaron a La Habana.

Es curioso el problema que había en Pedro Sánchez. En la práctica era la Juventud la que mandaba, no el Partido. Ha llegado el caso siguiente: tuvimos una reunión en Santo Domingo con el Secretario de gobernación de Trujillo, a la que íbamos gente de la JSU, y gente del Partido. Habíamos creado un centro republicano y un club juvenil, entonces nos llamaron. Fuimos allá. El secretario del Partido era un camarada del Comité Central, Cepeda, y fueron con él Berdala y Ramón... no me acuerdo el apellido. Llegamos y el problema que nos planteaba era que quería los nombres de los socios dominicanos. El Secretario del Partido, Cepeda, había leído al secretario General del Partido Comunista de Estados Unidos, que ya no había contradic­ción, que en el futuro de la Guerra, la Unión Soviética con los países democráticos se iban a llevar muy bien. Y resulta que quería darles la lista. Tuvimos que enfren­tarnos, los dos que le acompañaban a él y nosotros. Y no dimos la lista, porque les hubiesen fusilado.

Fijaos bien en un detalle: como tenían tanta importancia los periódicos nuestros, en el Congreso de los Diputados tomaron la decisión que esos periódicos, todos, tenían que estar dirigidos por los dominica­nos. Nosotros nombramos a un compañero de la Juventud Comunista de la República Dominicana. Le llamó la policía y le dijeron: -«Todos los artículos tienen que venir por aquí, y si no ya sabes lo que te va a pasar.» Nos los planteó: -«Me va la vida en ésto.» Tuvimos que suspender el periódico.»


POLÍTICA DE JARE EN SANTO DOMINGO

Las luchas en el seno del PSOE por el control de las riendas del antifranquismo llevaron a la aparición de dos organismos de asistencia a los refugiados españoles. Negrín como presidente del gobierno había creado el Servicio de Evacuación de los Republicanos Españoles (SERE) el 1 de abril de 1939. La creación de la Junta de Asistencia a los Republicanos Españoles (JARE), unos meses después, fue impulsada por Prieto para desalojar a Negrín del poder que aún conservaba. JARE se convirtió «en el principal instrumento de la influencia de Prieto sobre los exiliados españoles.»

«La JARE utilizó una política la mar de especial; ayudaba para que permanecieran en la capital los elementos políticos que le convenía, pero a los demás les obligaba a ir al campo para recibir el subsidio, que como decía antes era de 10 dólares. Para Trujillo era un negocio acoger a los exiliados republicanos. La JARE a los primeros que llegamos nos dio 10 ó 12 dólares, pero eso no le convino a Trujillo. Decidió que a los siguientes que viniesen había que darles utensilios, o sea, que sobre todo, había que darles camas, y colchones, y cosas para guisar. Nombraron de controla­dor de ese trabajo a un militar, que estaba casado con la hija de un coronel que era vasco. Entonces en vez de darles el dinero a los refugiados, lo que hacían era darles los trastos, y se quedaban con parte del dinero.

A nosotros se nos planteó un problema la mar de especial. Logramos establecer relaciones con Aliaga, que era dirigente de la Juventudes Libertarias, muy preeminente entonces. Ese estaba en la capital recibiendo el subsidio porque era de la CNT, y por lo tanto Prieto los ayudaba. Establecimos relaciones con ellos y surgió un manifiesto de la JSU y de las Juventudes Libertarias. Entonces, como firmaron ese documento les quitaron el subsidio. Éramos los responsables de que les hubiesen quitado el subsidio, tuvimos que pagarles el subsidio nosotros con el dinero que sacábamos con el periódico. Lo aceptamos voluntaria­mente porque sabíamos lo que había pasado. Les habíamos llevado a una situación de hambre por firmar el manifiesto de la unidad de la Juventud contra Franco. ¿Cómo le iba interesar a Prieto si tenía aislados a los comunistas, y cuando tiene aislados a los comunistas tiene aislados a la JSU? Entonces ¿cómo le iba a interesar que gentes libertarias establezcan una relación y les saquen del aislamiento? No le interesaba. Aliaga terminó siendo del Partido. Al menos estuvo en puestos de dirección en Francia. Aquí no sé lo que ha pasado con él, creo que está en la cosa sindical.

Es más, yo estuve enfermo de paludismo. Me dijo el doctor: -«Necesita usted inyecciones de hígado.» Fui al JARE a buscar las inyecciones de hígado. Al frente del JARE estaba un diputado de Badajoz. Éramos conocidos, pues iba en el barco en que fui yo a Santo Domingo donde estuvimos hablando de la cosa política. Él era Caballerista, me hablaba de cómo los Caballeristas iban a adueñarse de la dirección del Partido a través de los centros regionales. Cuando llegué allí me dijo: -«Para ti no hay ni un centavo. Para ti no hay medicinas.» Hasta ese extremo llegaban, así utilizaban el dinero español. Sin embargo, crearon algunas industrias en relación con gente republicana, pero eso era la política de Prieto. En Santo Domingo estuvimos aislados.

Cuando el ataque a la Unión Soviética (22 de junio de 1941), estando en Pedro Sánchez, yo ya decido ingresar en el Partido. Solicité el ingreso a Larrañaga y a Sarda, que luego los mataron en España, también estuvieron por allí.

Hará como cuatro o cinco meses celebramos el 50 aniversario de la salida de los hombres que viajaron en una goleta de Santo Domingo a Veracruz. Los de entonces tenemos una vinculación especial porque estuvimos allí preparándonos para venir acá. No nos tocó, pero nos podía haber tocado.»


A CUBA

«Después me mandaron a Cuba, dentro ya del Partido Comunista, en el 1944. El 14 de abril yo llegué a la Habana, me metieron en la «Discordia» hasta que me sacaron. No es la cárcel, es un lugar de retención de emigrantes. Allí empecé a trabajar en mi oficio, porque lo primero que dijo el camarada encargado del Partido es que tenía que trabajar. El camarada que había estado a cargo de la Juventud había estado viviendo sin trabajar a fuerza de hacer que los jóvenes buscasen el dinero para él vivir, y para él trabajar. Era un hombre con defectos, pero un hombre con empuje. Él a pesar de toda la situación de Santo Domingo logró sacar “Juventud de España”.

Recuerdo en Cuba a Grimau, que estaba encargado de hablar con toda la gente que podía de los barcos que iban de España. Gente de derechas, de izquierdas, de lo que fuesen, punto. Y recogía sus opiniones sobre todos los problemas para ir luego estudiando y comparando. Él estuvo así muchos años hasta que vino aquí. Grimau en la Habana no trabajaba en la dirección del Partido, estaba Vega, estaba Manso, estaba Montiel, uno que fue diputado Socialista y que pasó al Partido, estaba Hurtado de dirigente, yo por ser de la Juventud estaba también en la dirección del Partido.

En la Habana estuve como un año y entonces volví a recibir instruccio­nes de venir a México. También me iba a hacer cargo de la Juventud porque Nieto pasaba a actuar en el Partido.»


EN MÉXICO: A LA DIRECCIÓN DEL PARTIDO

«Y cuando llegamos a México no había ninguna relación entre el Partido Socialista y el Partido Comunista. Ellos estaban en su centro republicano y nosotros teníamos la Casa de España. Había compañeros que iban al Centro Republi­ca­no a jugar al dominó o a lo que fuese pero ninguno hacía un trabajo político. Cuando el Partido Comunista quería enterarse de cual era la postura del Partido Socialista en un problema determinado tenía que ir yo porque comía todos los domingos con Antonio Ramos padre. Y aunque reñíamos y habíamos quedado de no hablar de política, entonces me enteraba de cual era la posición del partido socialista. Esa es una realidad.

En México, cuando yo llegué, Uribe todavía estaba al frente de la Delegación. Le llevé una caja de cigarros puros que se la mandaban desde Cuba. A los pocos meses se marchó y cuando yo empecé a trabajar en el Partido no estaba, estaba Felipe Muñoz Arconada.­ Yo no estuve mucho tiempo como dirigente de la Juventud porque me pasaron ya al Partido como segundo de Agitación y Propaganda: la cosa de libros, de educación, la distribución de "España Popular". Y allí en aquella época el responsable era Rozada, que era miembro de la Delegación.

Allí el Delegado era un miembro del Comité Central, era Felipe Muñoz Arconada. Primero había estado Uribe, había estado Santiago Álvarez, había estado Mije, ellos habían pasado por allí, pero en el año 1945 estos ya habían pasado hacia Europa.

En relación con el trabajo de México Distrito Federal, estaba Ricardo Castellote. Ricardo Castellote era un viejo camarada del Partido pero estaba ciego, no sé lo que había pasado que había ido perdiendo la vista. Se presentó el problema de la Guerra de Corea; entonces decidieron elevarme a respon­sa­ble de la Delega­ción. Estuve como un año y pico trabajan­do como responsable de la Delegación del Partido. El máximo responsable era Felipe Arconada, que era el represen­tante del Comité Central; yo sería el segundo. Sólo le daba cuenta a él, la relación mía era constantemente con él. Era secretario del comité, sacaba dinero con la posibilidad de clandestinidad, preparaba cosas para una futura clandestinidad, si se daba, creaba condiciones de defensa de los camaradas más débiles, como en el caso de Castellote, porque un hombre ciego se encuentra en una situación de clandes­tinidad con unas dificul­tades grandes, o sea, la defensa de los cuadros. México era el centro de los cuadros del Partido. Tanto de la cosa militar como políticos, hasta tal extremo que cuando murió Lister salió una fotografía en la que estaba con él Goyo, que es un camarada que perteneció a la dirección restrin­gi­da, que preparamos por si acaso nos detenían; éste había estado con Lister en su unidad, el V cuerpo (durante la guerra).

Luego, cuando estuve de dirigente del Partido o antes, me encargó el Partido buscar todos los libros que pudiera encontrar en las librerías de México sobre la economía del Franquismo. Y ahí buscando, sobre todo en los libros de viejo, en las librerías de viejo, buscando los libros esos para mandarlos a Francia. Alguno tendría que estudiar esos libros. No se les ocurrió comprarlos en España, porque a lo mejor no existían ya en España. Habían sido mandados para América porque hay mucha circulación de libros españoles, a pesar de que son muy caros.»


ASENTAMIENTO EN MÉXICO: "ME SACARON DE LA DIRECCIÓN"

«Luego de eso me sacaron, como se saca del Partido. En cierta medida tenían razón, por lo siguiente: yo no he recibido ningún centavo del Partido en el tiempo que he tenido puesto en la dirección porque yo trabajaba en mi oficio de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde y luego, a las 3 de la tarde, después de comer, me metía en el trabajo del Partido hasta las 2 de la mañana o las 3 de la mañana, quien sabe cuanto. Pero no podía. Una de las veces hubo un discurso de Stalin, yo no lo estudié y se tomó como justificación para apartarme de la dirección. Tomó esta justi­fi­cación­ Muñoz Arconada porque él tenía problemas con el Buró Político. El Buró Político no estaba de acuerdo que se me nombrara a mí responsable. Felipe me enseñaba las cartas que le mandaba Antón y yo veía como le planteaba el problema Antón a Felipe.

Después ya me quedé a vivir en México. Nos relacionamos con toda la juventud que fuimos de Pedro Sánchez, entre ellos uno que estuvo trabajando aquí con Semprún, Enrique Lerma, que estuvo en la cárcel y luego volvió a México. Pero ya no tenemos ninguna actividad; sólo hay un camarada en la dirección del Partido Comunista de allá (de México), que se reúne con nosotros porque es parte de los jóvenes, de cuando éramos jóvenes; es el único que sigue. Los demás seguimos ideológicamente pero no tenemos ninguna actividad.

Ideológicamente sigo igual y sigo diferente. Digo igual porque yo sigo pensando en el comunismo. Pero las experiencias históricas le tienen que servir a uno de algo, las cosas tienen que cambiar, no pueden ser como eran antes. No puede haber un Partido como el de antes.»


3. A MODO DE EPÍLOGO

A pesar de que, como dice Antonio Ruiz-Hidalgo, «en la emigración las cosas se van reflejando de una forma más pausada», su exilio mexicano no le impidió vivir el desconcierto que provocó entre los comunistas la denuncia de los crímenes de Stalin hecha por Kruschev, el giro Eurocomu­nis­ta del PCE y que, con la llegada de la Democracia, el Partido abandonara la demanda de la Repúbli­ca. Con más de 85 años (con 26 años comenzó su exilio), y a pesar de que su familia está instalada «allá», se siente implicado en la realidad española.

No podemos ignorar lo que las fuentes orales pueden aportar a la historia reciente. El relato de Antonio Ruiz-Hidalgo es un vivo ejemplo de ello. Hay una parte de la historia que las gentes se llevan encima, y que hemos de rescatarla del olvido antes de que sea demasiado tarde.


1 Dentro de esta línea historiográfica se encuadran, entre otros, los trabajos de Paul Thomshon, Ronald Fraser, MªCarmen García-Nieto y Mercedes Vilanova. En nuestra región existe publicado un trabajo basado en este método de trabajo: AA.VV. (1993): Historia y memoria colectiva. La vida en el Valle de Camargo entre la República y el primer Franquismo. Ayto Camargo. Santander.
3 Esta entrevista fue realizada por Ignacio Alonso y Valentín Andrés.
2 Según Vicente Fenández Benítez.
4 Partido creado en 1934 por la fusión de los partidos de Azaña, Casares Quiroga y Marcelino Domingo.
5 Agrupación de partidos republicanos, nacionalistas, más el PSOE; tiene su origen en el Pacto de San Sebastián, en el que acordaron coordinar sus esfuerzos para instaurar la República.
6 "El Cantábrico" 3 de julio de 1931.
7 El Partido Republicano Radical era el más veterano entre los republicanos. Estaba dirigido por Alejandro Lerroux. En el trascurso de la República se fue inclinando hacia la derecha, lo que motivó la escisión de Marcelino domingo.
8 En la calle Santa María Egipciaca existía un centro benéfico que en 1819 se transformó en cárcel provincial, que siguió funcionando hasta 1934 en que fue demolida. Sobre esos terrenos se edificó los juzgados de la Calle Alta.
9 JACKSON, G. (1985): La República Española y la Guerra Civil (1931-1939). Ed. Orbis, Barcelona. (Pág. 145)
10 Nos inclinamos a situar estos hechos en el contexto de Sublevación de Jaca, cuando Pedro Vergara se exilia en Francia después de producirse enfrentamientos con la Guardia Civil. OBREGÓN GÓMEZ, J. (1978): Santander, 1931. De la dictadura a la República. Diputación Provincial de Santander. Santander, 1978. (Pag. 113)
11 En Marzo de 1934 se produjo en Cantabria una huelga campesina por el precio de la leche: «después de 18 días, el 20 de marzo, se puso fin a una huelga que se saldaba con un fracaso sin paliativos para los ganaderos que habían tomado parte en ella.» ALONSO, I. y ANDRÉS, V.:Población, territorio y trabajo. Las actividades económicas. En AA.VV. (1994): Historia y memoria colectiva. La vida en el valle de Camargo entre la República y el primer Franquismo. Ayto de Camargo, Santander. (Pag. 134)
12 Tras los sucesos de mayo de 1931, en que grupos incontrolados se dedicaron a quemar conventos, Miguel Maura, ministro de gobernación, decidió la creación de una fuerza de raíz republicana, para mantener el orden público: la Guardia de Asalto.
13 TUÑÓN DE LARA, M.(1966): La España del siglo XX. Laia. Barcelona.(pag. 550)
14 El barco Alfonso Pérez fue incautado durante la guerra para convertirlo en buque-prisión, debido a que la Prisión provincial y la cárcel del Dueso estaban masificadas. Este buque ya había cumplido la misma función tras la Revolución de Octubre de 1934, para encarcelar a los revolucionarios.
15 SÁIZ VIADERO, J.R. (1988): Cantabria en el siglo XX. Política, movimientos sociales y cultura. Santander, Tantín. (Pág.. 63)
16 Tras el levantamiento militar, Asturias, Cantabria y Euskadi, habían quedado aisladas del Gobierno Republicano. El 4 de septiembre al caer Irún quedaron atrapadas entre el mar y los Sublevados, perdiendo el contacto con la frontera francesa.
17 Luciano Malumbres, director del periódico la Región, fue asesinado el 3 de junio de 1936 por unos falangistas por su abierta militancia socialista.
18 Esta localidad francesa está situada en la desembocadura del río Loira, al este de Nantes. Probablemente, Antonio y su compañero estaban vendimiando en las riberas del Loira; zona vitícola, al sur de París, relativamente próxima a Nantes.
19 En el exilio de los republicanos españoles podemos diferenciar dos etapas: la primera tiene un carácter transitorio, al que respondería la existencia de los campos de concentración; la segunda, el asentamiento definitivo. En esta segunda etapa se enmarca el traslado a América que realizó el gobierno republicano a través de las organizaciones de ayuda a los refugiados. El último de estos barcos llegó a Cuba el 16 de junio de 1940. A partir de este momento, los que pasaron a América lo tuvieron que hacer por sus medios o por los de sus propias organizaciones políticas. Francia reconoció el carácter de refugiados políticos a los republicanos españoles ya en 1946.
20 El dictador Rafael Leónidas Trujillo, que gobernó la República Dominicana con el apoyo de Estados Unidos desde 1930 a 1952, cambió el nombre de la capital del país. Durante su mandato la denominó Ciudad Trujillo, como símbolo de su poder.
21 HEINE, H. (1983): La oposición política al Franquismo, de 1939 a 1952. Crítica. Barcelona. (Pág.32)
22 Se firmó «...en octubre de 1941, un llamamiento suscrito por Santiago Carrillo, secretario general de la JSU, Serafín Aliaga, antiguo miembro del comité peninsular de la FIJL y el secretario de las juventudes de la IR, Eduardo Díaz García, a la creación de una Alianza Nacional de la Juventud Española» HEINE, H.(1983): La oposición política al Franquismo. Ed Crítica, Barcelona (Pág.. 107)
23 La Guerra de Corea comenzó en junio de 1950, aunque el reparto de la Península se hizo en la conferencia de Malta durante la Segunda Guerra Mundial.
22 Se firmó «...en octubre de 1941, un llamamiento suscrito por Santiago Carrillo, secretario general de la JSU, Serafín Aliaga, antiguo miembro del comité peninsular de la FIJL y el secretario de las juventudes de la IR, Eduardo Díaz García, a la creación de una Alianza Nacional de la Juventud Española» HEINE, H.(1983): La oposición política al Franquismo. Ed Crítica, Barcelona (Pág.. 107)
23 La Guerra de Corea comenzó en junio de 1950, aunque el reparto de la Península se hizo en la conferencia de Malta durante la Segunda Guerra Mundial.